El Madrid está jugando con mucha lentitud y mostrando excesiva tranquilidad en sus acciones. Forma de actuar que no convence a sus seguidores. Pues semejante pachorra amanera a sus jugadores y empobrece el fútbol. Frente al Real Valladolid dio todo un recital de flema, cachaza, mandanga... Proceder que no consta en el historial del club más laureado del mundo. Lo malo del asunto es que ese estilo de juego se convierta en hábito. El cual constituye un comportamiento que, tras repetirlo un número de veces considerable, se interioriza como forma natural de comportamiento.
El equipo pucelano hizo lo que debía en el Santiago Bernabéu: replegarse intensivamente a fin de evitar que el Madrid marcara pronto. Y ese sistema le permitió llegar al descanso con empate a cero. Cierto es que el conjunto local no mereció batir a Hein en la primera parte del encuentro. Ni que decir tiene que el esfuerzo realizado por los futbolistas blanquivioletas en el primer tiempo lo acusaron en la segunda mitad. Y, claro, el dominio del Madrid se tradujo en el primer tanto marcado por Fede Valverde con un disparo que desvió Juric. Corría el minuto 50 y a partir de ahí todo fue coser y cantar para el equipo dirigido por Ancelotti.
A pesar del insistente dominio blanco, el Madrid tardó en asegurar la victoria. Puesto que el gol marcado por Brahim Diaz llegó en el minuto 88. Y el tercero lo marcó Endrick en el 90+6. Mediante un disparo lejano en el día de su debut. Fue, sin duda alguna, un tanto fantástico. Y a partir de ahí nada más que decir de un encuentro que ganó el Madrid jugando a medio gas. Para que el calor reinante no hiciera mella en sus jugadores. Y poco más cabe decir de lo ocurrido. Tal vez recordar que Kylian Mbappé no acaba de coger la onda. Lo cual es inquietante.
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