Hacerse un Koldo

Jorge de Esteban, Catedrático de Derecho Constitucional y presidente del Consejo Editorial de El Mundo, dijo una vez que "La corrupción es democrática y hay que ensancharla para que llegue a todos. Si la democracia sirve para algo es para que todos se beneficien del pastel". Su irónica afirmación quedó registrada en el libro UN SIGLO DE CITAS y en el capítulo destinado a Delincuencia. Y a fe que ha sido asumida al pie de la letra por no pocos 'chorizos' disfrazados de gente de bien.

Desde hace tiempo se sabía que las mascarillas destinadas a evitar la transmisión de la Covid-19, virus que mataba a tutiplén y por tanto había sembrado el pánico generalizado, eran objetos del deseo de quienes aprovechaban ese 'miedo cerval' para hacerse rico con ellas. Era una situación parecida a la que en los años cuarenta del siglo pasado se vivió con la penicilina. Cambiando lo que haya que cambiarse. Pues bien, las malas acciones suelen salir casi siempre a la palestra. Por más que un tal Koldo creyera en su inmunidad. 

A propósito, los hombres que se llaman Koldo son descritos como honestos, francos, y tienen un carácter fuerte. Suelen ser muy directos a la hora de dirigirse a los demás, lo que les puede dar un cierto aire de bruscos al principio. En el caso que nos ocupa su figura es fiel reflejo de la descripción reseñada y aireada a los cuatro vientos antes de destaparse la trama consentida por José Luis Ábalos en su etapa como ministro y actualmente miembro del Congreso de los Diputados. Pero a medida que se iba conociendo lo sucedido, el tal Koldo fue derivando hacia todo lo contrario. Lo que nos hace pensar que pocos niños serán ya bautizados en el País Vasco con semejante nombre. 

Precisamente, y dado que en esta España nuestra todo es motivo de cachondeo, la gente ha comenzado a decir ya, como si tal cosa, que cualquier día se hará un 'Koldo' como mandan los cánones. Es decir, que mejorará su cuenta corriente sin que nadie se percate de que está lucrándose por medios ilícitos. Que es, sin duda alguna, el sueño de innumerables ciudadanos.