Sabido es que el Rayo Vallecano aprovecha muy bien las inconveniencias que tiene su Estadio para sus rivales. La principal es lo cerca que del terreno de juego se encuentran las gradas repletas de aficionados que no cesan de protestarlo todo y por tanto mantienen a los árbitros en permanente estado de tensión. Lo que unido al estado de ánimo que ponen al servicio de sus jugadores hacen posible que éstos corran de principio a fin. Y mucho más si el adversario es el Real Madrid. El cual no ha sabido hoy afrontar las dificultades mencionadas. A pesar de que se adelantó en el marcador nada más ponerse el balón en juego. Fue a raíz de un pase de Valverde que remató Joselu con la pierna izquierda.
El comienzo no podía ser mejor para el líder de la Liga. Pero éste principió a sestear y permitió que el Rayo se envalentonara y pusiera cerco a la portería defendida por Lunin. En una de esas incursiones, Camavinga, que bracea con frecuencia, le dio con la mano a un balón sin necesidad alguna. El VAR dictó sentencia y Raúl de Tomás empató desde los once metros. A partir de ese momento, el equipo blanco fue a menos y terminó diluyéndose como un azucarillo en un vaso de agua. Tal vez esperando una oportunidad de gol que nunca llegó.
No cabe la menor duda de que el Madrid ha perdido dos puntos de suma importancia en un Estadio apropiado para lograrlos. Y en un momento crucial para desengañar a los equipos que aún aspiran a desbancarlo del primer puesto en la clasificación. Cierto es, y conviene recordarlo, que las bajas del conjunto merengue son muchas y sobre todo se acusan bastante las de los centrales. Puesto que a Tchouaméni, por ejemplo, se le nota sobradamente que no es feliz en esa demarcación. De ahí que en ocasiones se duerma en los laureles. Lo cual produce desestabilización defensiva.
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