La salsa del fútbol son los goles. Y en la semifinal de Riad se marcaron ocho. Cinco obtuvo el Madrid y tres el Atlético. Hay quienes se han apresurado a decir que no entienden cómo es posible que el equipo rojiblanco, dirigido por un técnico que otorga al sistema defensivo suma atención, haya concedido a su eterno rival tantas facilidades para poner a Oblak al borde del disparate. No vamos aquí a discutir la sapiencia de El Cholo Simeone como entrenador y sus conocimientos sobre de qué manera se expresa el conjunto merengue en el césped. Faltaría más. Pero ayer no supo aprovecharse del equipo improvisado por Ancelotti por mor de las muchas bajas que azotan a la plantilla por lesiones.
El Atlético, se veía a una legua, salió convencido de que podría otra vez sacarle rédito a los centros laterales por elevación que tan mal defiende el conjunto merengue. Máxime cuando ni Kepa ni Lunin son capaces de hacerse fuertes en el área chica. Tal es así que pronto se adelantó en el marcador mediante un cabezazo de Hermoso. Corría el minuto 6 y todo se le ponía de cara a los rojiblancos. Pero hete aquí que Rüdiger, tras un saque de esquina perfecto de Modric, empató de un testarazo en el minuto 20. Pocos minutos después llegaria el gol de Mendy y enseguida el de Griezmann. Así que la primera parte terminó en tablas.
En el segundo tiempo se vio claramente que el Madrid iba a más y el Atlético a menos. Mas no hubo goles. Así que se llegó a la prórroga. En la que los blancos fueron superiores. Y fruto de ese dominio fueron llegando los tantos que le darían el triunfo al equipo blanco. Del partido cabe decir que fue extraordinario. Ah, conviene destacar cómo el equipo dirigido por Ancelotti está superando con éxito las muchas bajas de jugadores importantes con la aportación de futbolistas jóvenes.
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