Antonio Castillo Callejas, fisioterapeuta

Cuando el dolor cervical decide sacarme de mis casillas, créanme que tardo nada y menos en acudir a la consulta de Antonio Castillo Callejas. Convencido de que las manos de éste obrarán la correspondiente mejora de los músculos que se ven afectados. Y, como siempre que ello sucede, me viene a la memoria que fue Javier Prat, mi querido y añorado amigo, quien me presentó al entonces muy joven fisioterapeuta e hijo de médico. A partir de ese momento, creo haberlo dicho en varias ocasiones, mi amistad con Antonio se hizo patente. 

En aquel entonces, yo no necesitaba de los cuidados de quien era capaz de decirle a un renco anda y que éste lo hiciera como si tal cosa. Y fui testigo de lo que digo. Además tuve la suerte de alternar con Antonio y pronto comprendí que era un tipo excelente. Amigo de sus amigos y espléndido sin alardear. En fin, que vuelvo a redoblar el tambor acerca de quien hace posible que los dolores musculares no me afecten hasta el punto de agriarme el carácter durante un verano con temperaturas excesivas. Lo cual me ha parecido conveniente airearlo.