Fin de la Liga Santander

La pasión en el fútbol es tan necesaria como peligrosa. El desapasionamiento quizá alargue la vida; pero a ver quién es capaz de predicar sosiego entre los aficionados de los equipos que mañana se juegan permanecer en la Liga Santander. Valladolid, Celta, Almería, Getafe, Cádiz y hasta el Valencia no las tienen todas consigo. Cualquiera de ellos puede ser víctima de unos resultados inexplicables y pagarlo con un descenso de categoría. Lo cual deja huella en los futbolistas que pasan por ese mal trance. 

Mañana, a las nueve de la noche, la emoción reinará en todos los campos de los clubes ya reseñados. Y se producirán escenas alegres y también dolorosas cuando los árbitros indiquen la conclusión de los partidos. En tales casos, que uno ha visto sin ser parte de ese caos futbolístico, la amargura de los abatidos no tiene consuelo. Lo mejor es dejarlos que las lágrimas hagan su trabajo de desahogamiento. Aunque un descenso llevará siempre consigo la etiqueta correspondiente a un hecho considerado ruinoso.

He conocido a técnicos que dejaron la profesión porque fueron tachados de llevar la mala suerte a cuesta. Otros, sin embargo, soportaban ese mal fario sin dar señales de decaimiento. Hasta que eran destituidos. Y qué decir de los que siempre se defendían de esta guisa: "Con estos jugadores no hay entrenador bueno".  Y sucedía que era llegar otro y besar el santo. En fin, que mañana por la noche habrá motivos suficientes para comprobar penas y alegrías a granel de jugadores y entrenadores. Es decir...