Los altibajos de Marco Asensio

Marco Asensio llegó al Madrid procedente del Mallorca y, tras su cesión al RCD Español, dotado de cualidades suficientes para convertirse en figura indiscutible del equipo blanco y de la Selección Española. Encandiló a tirios y troyanos en un amén. Debido a su potencia, a una pierna izquierda de caoba, y porque jugaba en la banda derecha para aprovecharse del lado ciego de sus marcadores; es decir, del costado diestro. Y lo hacía buscando los adentros para golpear el balón con una fuerza temida por los porteros. Sus largas conducciones, por ser magníficas, le permitían abrir brechas en los sistemas defensivos. Sus centros a pierna cambiada y sus pases a los espacios libres formaban parte de su repertorio futbolístico. 

El éxito arrollador de Marco Asensio se convirtió, de la noche a la mañana, en un calvario... Por mor de una grave lesión de ligamento cruzado anterior de una rodilla. A partir de ese día del verano de 2019, principió para él un proceso de recuperación tan doloroso como necesitado de una voluntad de hierro para volver cuanto antes a los terrenos de juego. Le costó lo indecible; puesto que estuvo 301 un día ausente de ellos y 44 partidos sin jugar. Por consiguiente, las dudas sobre su rendimiento flotaron en el ambiente. Hasta el punto de que se hablaba de Marco Asensio como si fuera ya un futbolista carente de condiciones físicas para jugar en la élite.

Marco Asensio, sin prisa pero sin pausa, ha trabajado duramente a fin de quedarse en el Madrid porque estaba convencido de que tendría oportunidades para recuperar su sitio en cualquier posición que lo situaran y con misiones adecuadas a sus características. Ora de interior, ora de extremo, ora de delantero centro flotante. Es decir, de falso nueve. Ayer por la noche, frente al Getafe, Asensio destacó sobremanera alejándose del marcaje de los centrales adversarios. Ayudó a sus centrocampistas, estuvo preciso en las asistencias a sus extremos, disparó a puerta y marcó el tanto que le otorgó la victoria a su equipo. 

Ahora bien, como todo no es color de rosa, convendría que Ancelotti convenciera a MA de algo que es de suma importancia para el jugador; la necesidad que tiene de evitar los altibajos que se producen en su juego. Y que a veces, muchas veces, suceden sin que en ellos influyan los adversarios. Sino más bien por una especie de galbana que deja entrever el mallorquín. O sea.