Debilidad defensiva del Madrid

Barcelona y Madrid son los dos equipos llamados a ganar la Liga Santander. El primero es líder con tres puntos de ventaja sobre el segundo. Y además cuenta con la posibilidad de aumentar esa diferencia cuando su rival visite el Nou Camp allá por el mes de marzo. Lo cual le otorga cierta ventaja. De modo que ambos deberán luchar denodadamente en todos los partidos que han de jugar. Puesto que cualquier resultado adverso le daría alas al adversario.  

El equipo merengue está metido en tres competiciones. El azulgrana en dos. Por consiguiente, el cansancio del primero será mayor a medida que avance la temporada. Pero hay otro factor que conviene recordar por su importancia: Barcelona y Madrid tienen dos grandes porteros; no obstante el Madrid encaja más goles. Lo cual es prueba palpable de que su sistema defensivo hace agua. Es decir, que el bloque defiende mal. 

Barcelona y Madrid juegan, salvo raras excepciones, bajo el sistema 4-3-3. Dado que los dos cuentan con grandes extremos. Y éstos, más veces de las debidas, se hacen los suecos a la hora de replegarse para ayudar a sus laterales en tareas defensivas. No obstante, mientras Ter Stegen fue batido en 6 ocasiones, Courtois lo fue en 16. Una diferencia de goles que se me antoja abismal. 

Del Barcelona nunca he tenido el menor inconveniente en achacarle su fragilidad defensiva al bajo rendimiento de Busquets en su tarea como mediocentro. En lo tocante al Madrid, hace ya tiempo que sus laterales no dan pie con bola. Por más que ellos se desgañiten reclamando la ayuda de sus extremos; ora Vinicius, ora Rodrygo y asimismo Marco Asensio. Incluso Valverde se despista en ocasiones cuando le corresponde actuar pegado a la línea de cal.

En suma, que bien haría Ancelotti, como entrenador italiano que es, en mejorar el sistema defensivo del Madrid. Aunque en el empeño tenga que discutir cada dos por tres con los extremos. De no hacerlo, ellos seguirán jugando a su aire. Y no siempre, verdad incuestionable, su equipo obrará el milagro de remontar resultados adversos. O sea.