El frío y la muletilla referida a Camavinga

 Mi primer viaje a Valladolid fue en el invierno de 1960. La ciudad me causó una magnífica impresión. Pero jamás olvidé el frío siberiano que hacía en El Viejo Zorrilla durante el partido Bejar Industrial -en el cual yo militaba- Recreativo Europa-Delicias. Después de muchos años volví a Pucela como entrenador del Real Mallorca y, aunque fui mejor abrigado, la baja temperatura hizo mella en toda la expedición. Hasta el punto de que en menos de media hora ya perdíamos por tres goles. Luego, tras los cambios y algo de suerte, empatamos a tres. 

Ayer, durante el Valladolid-Madrid, me acordé de lo ya reseñado. Y hasta comprendí el bajo rendimiento de algunos futbolistas del equipo blanco durante gran parte del encuentro. Menos mal que Thibaut Courtois 'sacó fuerzas de flaqueza' e hizo dos paradas monumentales. Intervenciones que sirven para ganar partidos cuando las condiciones climáticas son tan adversas. Habrá quien diga que también las padecían los jugadores locales. Por supuesto. Pero las soportaban mejor por ese entusiasmo que evidencian los adversarios cuando se enfrentan al equipo merengue.

La cuestión es que el Madrid las pasó moradas para ganarle a un Valladolid mejor adaptado al frío que reinaba en El Estadio José Zorrilla. Y, asimismo, por haber jugado más partidos de preparación que el equipo blanco. Ventajas que fueron reseñadas por servidor en opiniones anteriores a la celebración del enfrentamiento. Al margen de tales excusas es conveniente que Carlo Ancelotti solucione cuanto antes el agujero que tiene su zaga por el lado que actúa Carvajal. 

Ah, creo conveniente recordar, una vez más, que la calidad de Camavinga surtió efecto nada más entrar en el terreno de juego. Lo lamentable es que el internacional francés está siendo etiquetado como jugador apto para comparecer en el césped, única y exclusivamente, cuando el partido está dando las boqueadas y el resultado es negativo para su club. Semejante parecer carece de rigor.