Suspendida La Liga Santander por mor del Campeonato del Mundo que se avecina, uno, la verdad sea dicha, decidió tomarse el descanso debido para escribir en las mejores condiciones sobre tan grande acontecimiento futbolístico. Pero hoy, tal vez porque me he sentido con ganas de teclear, he decidido contarles a ustedes lo que pienso acerca de Vinícius Juniór; jugador del Madrid y figura de la Selección Brasileña.
Da grima comprobar que el extremo merengue sea recibido en todos campos de España con una ira tan absurda comno iracunda. No sólo lo insultan a voz en cuello sino que arengan a sus marcadores para que le rompan tibia y peroné cuanto antes. No recuerdo nada igual... Dicen algunos que esa es la cruz que han de soportar los mejores.
Lo cual no deja de ser una mentira tan grande como la Catedral de Burgos. Puesto que todos sabemos que a Lionel Messi, durante el tiempo que estuvo en La Liga, no se le podía tocar. ¡Y pobre del jugador que se atreviera a poner en peligro el físico del argentino!
Fechas atrás, por si fuera poco, un futbolista se vanagloriaba de haber salido al césped con una misión concreta: emplear toda la dureza posible contra Vinícius para que éste, además de amilanarse, respondiera en cualquier momento con un gesto inadecuado que le costara la expulsión al brasileño. Semejantes declaraciones no recibieron el merecido castigo. Es más, los hubo que se las tomaron a chanza.
El fútbol es un deporte viril. Claro que sí. Pero ello no debe confundirse con la mala intención; ese deseo evidente de hacer daño por sistema para amedrentar al contrario. En suma: si los árbitros no cumplen con su cometido, día llegará en que Vinícius sea malherido. Y entonces saldrán los fariseos de turno lamentando la brutalidad que existe en los terrenos de juego: con el fin de menospreciar el deporte que genera más pasión de todos los existentes.
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