Hay aficionados que me han llamado para preguntarme por qué no escribí ayer del Madrid-Barcelona. Y les he dicho que me fue imposible acceder a las entrañas del blog para opinar acerca del clásico del fútbol español por motivo técnico desconocido para mí. Pero que no es la primera vez que me ocurre semejante desaguisado cuando hay de por medio un espectáculo futbolístico de enorme interés. En fin, pelillos a la mar y que el hacedor de esa acción haya disfrutado de lo lindo...
Al grano: desde hace mucho tiempo vengo diciendo que Sergio Busquets no es el mediocentro que necesita el Barça. Que su presencia en esa zona vital del césped es cada vez más caótica. Y que de ella se aprovechan casi todos los rivales. Pero Xavi Hernández la suele ver cuando han transcurrido muchos minutos del encuentro. Y sobre todo cuando el Barça va perdiendo o necesita asegurar un resultado.
El Madrid aprovechó esa debilidad para imponerse en todos los sentidos y rematar su dominio con los tantos conseguidos por Benzema, Valverde y Rodrigo de penalti. La pena máxima llegó cuando el equipo azulgrana había acortado distancias por medio de Ferrán Torres. ¿Cómo es posible que el sapienticimo técnico del Barça, tenido por sabio del deporte rey, creyera que Bussi le ganaría la partida a los centrocampistas merengues?. Cuando rectificó ya era tarde.
Del equipo dirigido por Carlo Ancelotti cabe decir lo que por repetido es ya harto conocido. Y perdonen el pareado. Me explico: el técnico italiano ha logrado, gracias a que cuenta con una plantilla dispuesta a seguir las indicaciones de un entrenador curtido en mil batallas y con saberes de veterano rejuvenecido, que sus jugadores adopten el estilo de juego más conveniente en cada momento. Lo mismo defendienden en bloque -en el lugar adecuado y con la disciplina de un conjunto menor- que presionan muy arriba con orden y eficacia.
El sistema 4-3-3, con el que viene empleándose el equipo merengue, demanda que los extremos ataquen y defiendan sin permitirse a veces respiro alguno. Y que los centrocampistas, casi siempre en inferioridad númerica frente a los contrarios, reciban ayudas por las bandas y también de los defensas que se descuelgan de sus posiciones para incorporarse a ese terreno tan principalísimo. Con esas armas, preñadas de condición física y técnica, y un sentido enorme del deber que exige el vestir esa camiseta, el Madrid es capaz de superar momentos en los que da la impresión de que está a merced del contrario.
Y, por si fuera poco, sería imperdonable no mencionar la labor que vienen realizando unos defensas en los que casi nadie confiaba cuando fueron fichados: Militâo, Mendy, Alaba, Rüdiger... En fin, el Madrid navega viento en popa en la UEFA Champions League como en la Liga. La pena es que muy pronto habrá un parón y cualquiera sabe cómo regresarán sus jugadores tras esa absurda interrupción.
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