Vinicius y Rodrygo se han estancado

El título es de un artículo escrito por servidor el 23 de diciembre de 2019. Y que saco a colación para airear la confianza que depositó Zinedine Zidane tanto en Vinicius como en Rodrygo. Y, mayormente, para demostrar que mi opinión sobre ambos futbolistas era equivocada. Decía yo, cuando entonces: "Pocas veces, que yo recuerde, el Madrid ha tenido tanta paciencia con jugadores procedentes de su 'cantera' como la que está teniendo con Vinícius y Rodrygo; jóvenes brasileños que han costado lo suyo... ".

"Tal vez sea porque ambos jugadores gozan de muy buena prensa. La que nunca tuvo Odegaard. Quien ha tenido que labrarse su futuro lejos del Bernabéu. Al futbolista noruego, si regresara al Madrid, se le exigiría desde el primer momento que demostrara la figura que es. Para él no habría ni período de adaptación ni Pamplinas de la Plaza de Mina. En fin, que ZZ ha depositado toda su confianza en Vinícius Juniór y Rodrygo Goes para que éstos vayan respondiendo ya en la medida de sus posibilidades".

Pronto se van a cumplir tres años de aquella opinión publicada en este blog. Corto período de tiempo, marcado para siempre con el padecimiento de una pandemia que mató a discreción, cundió el miedo generalizado y paralizó todos los espectáculos. Pues bien, a lo que iba: Ancelotti también creyó en Vinícius y éste le ha respondido como debía: mejorando sus cualidades futbolísticas y sin perder un ápice de su velocidad. Mejora que lo ha convertido en ese jugador que tanto nos recuerda a Francisco Gento. Cambiando lo que haya que cambiar... 

Amén de lo ya reseñado, conviene destacar el mérito de los ojeadores del Madrid que recomendaron los fichajes de ambos jugadores. A quienes no se les atragantó el Bernabéu. Vinícius lleva ya tiempo pagando con creces la fama que se ha ganado en los terrenos de juego. Lo cual no quiere decir que no haya cometido deslices de juventud ante las tarascadas de sus marcadores. 

La explosión de Rodrygo se ha producido más despaciosamente. Pero ya ha empezado a brillar con luz propia. Y, por consiguiente, la rudeza de los adversarios ha aumentado. Rodrygo Goes, por tanto, deberá invocar antes de cada partido a su santo preferido. Y sobre todo tendrá que acostumbrarse a ser víctima silenciosa de las entradas violentas de sus marcadores. O sea.