Uno sigue manteniendo que pocos jugadores han sido capaces de golpear a un rival con la intención de que se pase mucho tiempo cojeando. Pero sería absurdo negar que si alguien emplea la fuerza bruta -en la disputa de un balón frente a un contrario que está de espaldas y tiene el esférico dominado- se expone a cometer un daño de consecuencias incalculables. Así que no me convencen las explicaciones que ha venido dando Meunier desde aquel aciago partido celebrado en noviembre de 2019.
Por cierto, el internacional belga ha sonado, hasta ayer, como un fichaje del Fútbol Club Barcelona para reforzar su defensa. Contratación que se ha frustrado por imprevistos de última hora, según dicen quienes están al tanto del mercado futbolístico. Lo cual me ha tranquilizado. Porque yo ya me había imaginado a TM vestido de azulgrana y tratando por todos los medios de cortar de raíz las acciones de Vinicius. Quien está en un momento cumbre de su carrera. Pensamientos malos, sin duda, debido a que todavía no he olvidado cómo el jugador belga desgració a su compatriota Hazard. Cuando éste estaba situado, al igual que Vinicius, en la cresta de la ola del fútbol europeo.
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