No cabe la menor duda de que el Madrid, además de contar con muy buenos jugadores, tiene muchos recursos. Medios más que suficientes para aprovecharse de las debilidades de sus contrarios. El Cholo Simeone debería saberlo. No en vano lleva la tira de tiemo enfrentándose al primer equipo de la capital de España. En esta ocasión, el entrenador rojiblanco estaba convencido de que la baja de Benzema le venía que ni pintiparada para que sus centrales actuaran con más comodidad que nunca. Así que dedicó toda su atención al marcaje de Vinícius. Sin caer en la cuenta de que Rodrygo y Valverde se la iban a liar por el otro costado.
Otro error del técnico rojiblanco fue no impedir que Tchouaméni, mediocentro blanco, dominara el centro del centro del campo durante muchos minutos. Dando muestras visibles de no concederle la importancia que tiene el jugador francés en esa zona vital del terreno de juego. El Madrid se aprovechó muy pronto de tales deslices. Fue en el minuto diecisiete cuando un pase perfecto de Tchouaméni al espacio libre puso a Rodrygo en las mejores condiciones para batir a Oblak.
El gol le dio alas al equipo dirigido por Ancelotti para asegurar la victoria con un segundo tanto. Máxime cuando el Atlético acusó muchísimo verse tan pronto con el marcador en contra. El segundo tanto lo obtuvo Valverde (35') cuando su equipo mostraba todas sus virtudes en un estadio donde se vociferaba continuamente contra Vinícius Juniór. Precisamente, aprovechando el uruguayo un balón rechazado por el poste, tras un disparo del vilipendiado brasileño. El Madrid mantuvo el tipo hasta acabar la primera parte. La segunda fue de puro conformismo con el resultado. Pero cometió el error de mantenerlo arriesgando en las salidas.
Me explico: cuando el Atlético de Madrid intentaba por todos los medios acoquinar a su rival con una presión alta, alentado además por un público ávido de que se produjera el milagro de la remontada, era conveniente que el conjunto atacado alternara las salidas con balón jugado desde atrás con adelantamiento de líneas y saques del portero al campo contrario. Lo más lejos posible. Lo cual, amén de obtener algún rédito en ataque, sobre todo en las segundas jugadas, proporciona un respiro para el sistema defensivo. Todo menos querer rizar el rizo de las habilidades en una mitad de campo repleta de jugadores de ambos bandos. Donde cualquier desliz cambia el sino del encuentro.
El sino del partido hubiera cambiado tal vez si el gol de Mario Hermoso hubiera llegado antes del minuto 82. Por cierto, el fallo de Courtois en el juego aéreo es poco habitual en el extraordinario portero belga. Pero eso de que el mejor escribano echa un borrón es una verdad incuestionable. En fin, ganó el Madrid en el Civitas Metropolitano a un Atlético conjurado para derrotar a su eterno rival y para hacer mofa de un Vinícius al que los aficionados rojiblanco han declarado enemigo público del conjunto colchonero. Hay gente pa' to. Como dijo Juan Belmote.
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