La última vez que emití mi parecer sobre Isco Alarcón fue el 23 de agosto de 2021. Escribí lo siguiente: "No sé que les da Isco a los medios de comunicación para que estén siempre dispuestos a hacerle el artículo a un jugador anárquico, irregular, y con escasa capacidad física, tanto congénita como descuidada, que le impide dar la talla con la regularidad que exige el Madrid. Las portadas de hoy han sido las siguientes, tras un Madrid-Levante: Hemos visto al mejor Isco. Un Isco con magia. La magia del fútbol nos dejó embelesado. Y así sucesivamente.
El declive del futbolista era evidente. Pero a sus aduladores les bastaba una ruleta, dos regates, una finta, un cambio de orientación o un disparo desde la media distancia para gritar a voz en cuello las excelencias de un centrocampista que descomponía el orden establecido en la zona vital del terreno de juego. Hubo un momento, además, que dio grima verlo deambular por el césped, cuando lo pisaba, sobrado de kilos. Y, por consiguiente, carecía de resistencia aeróbica. Carencia que trataba de paliar imponiendo una especie de 'rondo' que le sentaba a su equipo como un traje de torero a un tío nacido en Wisconsin.
Isco, finalizado su contrato con el Real Madrid, ha fichado por el Sevilla. A pesar de que Monchi no era partidario de dar el visto bueno al capricho de Lopetegui. Porque el director técnico teme que el exmadridista convenza a los aficionados de su equipo con esos detalles pintureros que tanto agradecen los sevillistas y que tan poco benefician al fútbol actual y mucho menos a su equipo. Ahora bien, a mí no me extrañaría que el entrenador tenga previsto darle a Isco una misión concreta como mediapunta o bien como falso nueve. Demarcaciones que ocupó en el Madrid pero siempre incumpliendo el cometido exigido por ambas posiciones. Veremos si en el Sevilla el juego de Isco cobra nuevo vigor.
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