El necesario equilibrio de las clases medias

Tras soportar una pandemia que segó vidas a granel y sembró el pánico durante dos años, más o menos, la gente está disfrutando este verano como si fuera el primero de su existencia. Quienes viven de la hostelería, siempre remisos a mostrarse satisfechos con las ganancias, no han tenido más remedio que reconocer que el turismo nacional ha subido como la espuma. Semejante hervor de alegría era necesario en todos los sentidos. Y hasta es concebible que muchas familias hayan gastado más dinero del que podían y pronto deberán reducir gastos.

Cuando el verano toque a su fin, ya mismo como quien dice, habrá un otoño duro para la economía de las clases medias. Que son las que mantienen el equilibrio entre pobres y ricos. Pero siempre se darán coba con esa frase tan socorrida de que "¡Nos quiten lo bailao!" El miedo de los poderosos sale a relucir cuando se percatan de que la bolsa de la clase media está desequilibrada. Situación que se entiende perfectamente con este ejemplo, convertido ya en tópico: "Si los paraguas que hace una fábrica no pueden ser comprados por sus operarios, mejor que cierre". Quien dice paraguas, lógicamente, puede decir cualquier otro producto". 

Mis conocimientos sobre economía son mínimos. Pero me permiten saber que si -como se viene anunciando- suben los productos alimentarios la inflación sería morrocotuda. Y hasta podría acabar en una recesión que desembocaría en esa tormenta perfecta de la que hablan los econonomistas. Me imagino que el Gobierno presidido por Pedro Sánchez, amén de culpar a la guerra de Croacia del desaguisado que se avecina, estará ya estudiando las medidas para paliar el más que posible problema. De no ser así, las manifestaciones serían tan ruidosas como peligrosas para la salud. Puesto que el virus, según dicen quienes saben de la cosa, está agazapado y recuperando la impiedad que evidenció en su momento...