Muchas fueron las veces que yo elogié la labor de Casemiro como mediocentro. Aunque también aireaba los defectos que el jugador brasileño debía corregir. Carencias que se veían a una legua. La principal era el poco espacio que ocupaba en el campo y sobre todo que detestaba las basculaciones. También flojeaba en las anticipaciones y ello repercutía negativamente en la recuperación de balones. Tales defectos fueron a más con el transcurrir del tiempo. Deficiencias que unidas a su falta de movilidad no eran reflejadas en las crónicas futbolísticas.
Un buen día, de hace ya tiempo, nos dimos cuenta de que la evolución del fútbol también había llegado para esa figura imprescindible del centro del centro del campo. Que en esa zona vital del terreno de juego se necesitaba ya un futbolista con velocidad, agilidad y capaz de conducir el balón con acierto para desbordar líneas y sobre todo para sumarse al ataque cada dos por tres. Un todo terreno con derecho a que se le hicieran las correspondientes coberturas cuando decidiera sorprender con llegadas al marco contrario o bien acompañando a sus delanteros con el fin, además, de disparar desde la media distancia. Amén de la tendencia defensiva obligada.
Casemiro fue rindiendo cada vez menos en la faceta defensiva. Por más que lo pareciera pugnando en ocasiones por balones aéreos. Aunque nadie se atrevía a poner en duda el rendimiento de un jugador que pertenecía a un equipo que ganaba, ganaba y ganaba... De repente, alguien con buen criterio y conocimientos futbolísticos en el Madrid, decidió que ya era hora de fichar a dos jóvenes centrocampistas que pudieran situarse en cualquier zona del centro del campo. Y no dudaron en contratar los servicios de Camavinga y, posteriormente, de Tchouaméni. Ambos, aun teniendo la edad en la boca, internacionales con Francia.
La contratación de ambos futbolistas ha generado una polémica absurda y se les trata como si fueran unos desclasados que han venido expresamente para amargarle la existencia a Casemiro. Y no hay día en el cual Tchouaméni y Camavinga no sean puestos en la picota. A tal punto ha llegado la cosa que uno, que trata de saber más que Lepe, no ve claro que el Manchester United quiera contratar a Casemiro; dada la cantidad de euros que tendría que pagar por su traspaso. Es más, semejante noticia me suena a mensaje del club: Casemiro tiene abiertas las puertas para irse donde lo quieran y le apetezca. Así que su corifeos harían muy bien en no amargarles la existencia a los dos franceses recién contratados.
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