El Madrid, sin embargo, ahíto de títulos, jugó mirando al rival por encima del hombro. Es decir, andando... Tuve la impresión, durante el partido, de que hay jugadores en el equipo blanco a quienes disgustan que actúen juntos Camavinga y Tchouaméni. Y no dudan en imponer un ritmo que no les conviene a los jóvenes futbolistas. Fichados precisamente para que su equipo sea capaz de presionar en campo contrario, confiados en la fortaleza física de ambos y en sus grandes condiciones para robar balones en esa zona vital del centro del campo.
Semejante situación, me parece a mí, que la debe conocer Carlo Ancelloti. Y, por tanto, no tengo la menor duda de que el técnico italiano dará muy pronto con el remedio para atajar esa mal. Del cual se están aprovechando algunos gacetilleros para romper una lanza a favor de los centrocampistas veteranos, como si éstos tuvieran la vitola de irreemplazables. Sin caer en la cuenta de que cada vez será más difícil que el equipo blanco juegue notablemente bajo el sistema 1-4-3-3 con Modric, Casemiro y Kroos y la ayuda defensiva de Vinicius y Rodrygo. Por más que lo hagan agazapados en su propio campo para hacer del contraataque su mejor versión.
Ah, tampoco conviene echar en saco roto la nulidad goleadora del Madrid cuando no juega Karim Benzema. Y uno se pregunta: ¿es posible que la sección técnica del club siga sin poner remedio a una situación tan sumamente delicada? Máxime cuando ni Mariano ni Hazard, por motivos bien distintos, evidencian mejoría alguna. Ni tampoco Marco Asensio pone de su parte el interés necesario para cumplir sobradamente como delantero centro falso.
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