Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 31 de julio de 2022

El triángulo de las Bermudas

Me metí en la cama apenas terminado el Juventus-Madrid celebrado en el Estadio Rose Bowl de Pasadena (California). Así que he estado cuatro horas en la piltra. Ni que decir tiene que todavía me agobian los bostezos y tengo la cabeza como una olla de grillos. Y, para más inrí, suena el teléfono: se trata de un amigo, merengue además, que desea saber por qué aún no he dicho ni mu de la victoria de su equipo y del juego desplegado en tierras americanas. 

A punto estuve, la verdad sea dicha, de mandarlo allá donde el viento da la vuelta. Es decir, a los chirlos mirlos. Pero me contuve a tiempo. Puesto que no es la primera vez que tales amigos se sienten ofendidos y acaban siendo enemigos acérrimos. En suma, que decidí alegrarle las pajarillas escuchando atentamente sus pareceres sobre el encuentro. Mi amigo, Fernando de nombre y Redondo de apellido, me habla de Casemiro con la misma fe, tal vez más, que Ancelotti tiene depositada en el mediocentro brasileño. 

-¿Has leído lo que ha dicho Ancelotti de Kroos, Modric y Casemiro?

-No. 

-Les ha llamado el triángulo de las Bermudas, porque la pelota desaparece cuando pasa entre ellos. ¿Qué te parece?

-Que los halagos son un arma de doble filo. En este caso, además, hay jóvenes centrocampistas en la plantilla que habrán fruncido el ceño. Por razones obvias.

-Tengo la impresión, Manolo, de que a ti no te gusta Casemiro...

-No se trata de que me guste o deje de gustarme; el problema es que el fútbol actual exije contar con los servicios de mediocentros modernos. Y el Madrid los tiene. Y, por tanto, de la misma manera que a Casemiro se le soportan sus ya reconocidas deficiencias, Ancelotti debería confiar más en los jóvenes que son ya figuras indiscutibles en sus selecciones nacionales. 

Mi amigo puso el grito en el cielo... 

Y yo le colgué el telefóno.

 








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