Ganarle al Madrid por 0-4 en el Bernabéu tiene un mérito indiscutible. Lo hizo el Barcelona dirigido por Xavi Hernández. Cierto es que ese triunfo parecía ser el primero de muchas victorias seguidas. Pero todo quedó en agua de borrajas. Puesto que el equipo azulgrana fue eliminado de la Copa del Rey, de la UEFA Champions League y también de la Liga de Europa. Frustraciones deportivas y naturalmente un duro golpe para una caja de caudales que estaba nada más que repleta de papeles. A pesar de ello, la prensa deportiva le sigue haciendo el artículo diario.
Xavi Hernández, por lo que deja entrever en sus declaraciones, estaba convencido de que el El Manchester City sería finalista de la UEFA Champions League. Y que además lo haría con suficiencia. Dado que su amigo Guardiola, discípulo aventajado del siempre recordado Johan Cruyff, pondría al Madrid entre las cuerdas con ese estilo de juego llamado tiquitaca. Ese juego de posesión del balón que hace bostezar incluso a las ovejas. Hasta el punto de que el equipo inglés lo practica cada vez menos y en momentos adecuados.
El Madrid, sin embargo, fiel al estilo creado por Alfredo Di Stéfano, cambiando lo que el paso del tiempo ha ido imponiendo, ha ganado 13 títulos entre Copas de Europa y UEFA Champions League. Y, por si fuera poco, jugará este mes otra final europea frente al Liverpool. Amén de haber ganado la Liga Santander con la autoridad de los grandes equipos. Atacando, defendiendo y abrumando con su dominio a sus adversarios. Y lo ha hecho combinando sus futbolistas con los pases precisos para sorprender a sus contrincantes. O bien contraatacando para aprovechar la velocidad de sus delanteros.
En bastantes ocasiones, faltaría más, el equipo dirigido por Carlo Ancelotti se ha visto obligado a defenderse como gato panza arriba: confiado sus jugadores en la categoría de Courtois. El juego del Madrid no aburre a nadie que sepa de fútbol. Su forma de proceder en el terreno de juego mantiene siempre el interés que despierta el mejor deporte del mundo. El cual exige emoción a raudales. Y sobre todo es digna de admiración la fe inquebrantable en la victoria que exhiben sus jugadores cuando pintan bastos.
Lo logrado por el equipo blanco, antes y ahora, no ha necesitado nunca de ese estilo tiquitaca que surgió de pronto y que se ha desinflado como un globo pinchado. El Barcelona, que cuenta con muy buenos futbolistas, no acaba de acertar con su estilo de juego. Y Xavi no se entera. Así le va a su club de toda la vida.
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