Cuando yo era joven, más o menos en "Tiempos de María Castaña", se tuvo por inteligente afirmar que era la pelota, y no el futbolista, la que debía correr. Porque correr, como decían las "viejas glorias" de cuando entonces, era cosa de cobardes. Nunca estuve de acuerdo con quienes propalaban esa opinión. La cual era mantenida a ultranza por quienes no querían darse cuenta de que la modernización del fútbol exigía ya que corrieran los dos, futbolista y balón. Hubo entrenadores que no entendieron que, amén de dominar el balón, el futbolista estaba ya obligado a ser un atleta. Y quedaron relegados en la profesión.
Yo recuerdo cómo se fueron imponiendo los jugadores veloces y dotados de una fuerza superior a los que basaban su juego en algún que otro regate y luego tardaban un mundo en recuperar el segundo aliento. Poco a poco, los aficionados cayeron en la cuenta de que la cabriola, el pasecito horizontal por sistema, la triangulación del juego en el centro del terreno, no conducían a nada práctico, sino todo lo contrario: una pérdida del esférico en zona tachada de roja acababa casi siempre en gol en contra del equipo que jugaba sin mirar hacia el marco contrario.
Cada vez más, la preparación física prevalece sobre la habilidad. Y, desde luego, los mejores jugadores son aquellos que manejan bien el balón y corren como gamos. Podría mencionar nombres del pasado que fueron ejemplos de lo dicho. Pero empezaré por remitirme al Cristiano Ronaldo del Manchester City y del Madrid. Cuya potencia, fuerza más velocidad, desquiciaba a sus marcadores. Actualmente es Kylian Mbappé quien parte el bacalao. Debido a que es capaz de conducir el balón con primor y a gran velocidad. Jugada que repite, una y otra vez, sorteando a sus rivales, por tener adquirida una excelente resistencia aeróbica.
El Madrid se enfrenta el sábado al Liverpool en el Estadio del Parque de los Príncipes en París. El equipo inglés es el favorito de la final de la UEFA Champions League. Parecer que se ha ganado por contar con tres delanteros que basan su fútbol en la velocidad con que realizan sus funciones atacantes. Ellos son Mané, Luis Díaz y Salah; sin olvidar a Diogo Jota. Pero ellos dependen de los pases que reciban de sus centrocampistas: sobre todo de Thiago Alcántara. Fuente de juego que debe ser secada a fin de rebajar el poderío futbolístico que tiene el equipo entrenado por Jürgen Klopp.
El centro del campo -zona vital del terreno de juego- del Madrid está sobrado de calidad. Pero los años no pasan en balde para Kroos y Modric. Y tampoco Casemiro está respondiendo a esa labor de mediocentro moderno que tan necesario es para competir a tan alto nivel. Los tres necesitan hacer un esfuerzo supremo para imponerse a Fabinho, Henderson y al ya reseñado Thiago Alcántara. Los cuales reciben soplos de aire fresco por parte de Alexander Arnold y asimismo de Robertson. Laterales ofensivos. Aunque el segundo da muchas facilidades cuando se le ataca por su costado izquierdo.
En suma, el Liverpool parte como favorito en tan grande final. Pero el Madrid, amén de su experiencia en tales compromisos, deberá no perder el mediocampo; lugar donde se cuecen las victorias y las derrotas, y también sacarle rédito a la flojedad defensiva de los centrales Van dijk y Matip. Quienes suelen tomar decisiones equivocadas cada dos por tres. Matip, además, tiene la pierna izquierda de palo. Estamos hablando de un fútbol que exige calidad y gran condición física.
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