Descender de categoría es algo que deja tocado al entrenador del equipo que pasa por ese difícil trance. Yo he visto llorar a técnicos por más que tuvieran ya asumida tan lamentable situación. Tampoco los jugadores son ajenos a lo que es un drama deportivo en toda regla. Los profesionales de la Unión Deportiva Levante tuvieron, además, la mala suerte de pasar ese mal trago en el Santiago Bernabéu. Sabedores de que el Madrid iba a jugar con un ritmo alto para llegar en las mejores condiciones a esa cita que tiene con el Liverpool en el estadio de Saint-Denis-París, el 28 de mayo.
Los futbolistas granotas quisieron dar la talla para evitar una goleada. Pero el juego del equipo blanco fue trepidante; vivo, agitado y atiborrado de esa emoción producida por las acciones rápidas que acaban en gol o en esos ¡uyyy! que se oyen incluso allá donde el viento da la vuelta. Los goles no tardaron en llegar. Por medio de Farland Mendy (13'), Karim Benzema (19') y Rodrygo (34') y Vinicius (45'-68' y 83') Tantos que pudieron ser más. Cabe destacar que fue el primer hat-trick logrado por el joven brasileño.
En el centro del campo volvió a destacar Camavinga. Cuyas facultades físicas le permiten ocupar grandes espacios. Lo cual unido a su habilidad para robar balones y entregarlos al primer toque y acertadamente, lo han convertido en una pieza clave de ese espacio del terreno de juego donde se cuecen las victorias y las derrotas. A pesar de esas demostraciones de futbolista total, el joven internacional francés es tratado, en no pocas ocasiones, como si fuera un mindundi del deporte rey por parte de opinantes que luego elogian desmesuradamente a mediocentros lentos como trenes carreta y que son incapaces de cumplir con sus obligaciones como escudos de sus defensas. En fin, abultada victoria del Madrid ante un Levante que ya es de Segunda División.
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