El Granada defiende muy bien y además lo hace con muchos jugadores y a pocos metros de su portero. Es un conjunto disciplinado y que no se amilana cuando juega contra los equipos grandes. Frente a una defensa cerrada no es desatinada la idea de actuar con un falso delantero centro. Siempre y cuando haya por detrás un segundo delantero dispuesto a aprovecharse de los espacios libres creados por el también conocido como nueve flotante. Ahora bien, si el elegido para esa misión es Isco, es falta de cordura recomendarles a quienes centran que lo hagan por elevación. Por cuestiones obvias.
La primera parte del Madrid fue tediosa. Sus jugadores fueron incapaces de superar la barrera organizada por sus rivales. Mentiría si dijera que los blancos no dominaron la situación, pero su juego careció de tiros desde la media distancia y sobre todo de sentido común. De ahí que la única ocasión de gol se debió a un balón desviado por un defensa y que se estrello en un palo de la portería defendida por Maximiano. Poco bagaje futbolístico para un equipo tan grande. Y demostración palpable de que hay futbolistas que no dan la talla. Uno de ellos es Rodrygo.
La segunda parte fue más de lo mismo. Lo único destacable era la actuación de Militâo: cuyo entusiasmo acabó contagiando a todos sus compañeros. Los cambios también influyeron. Y fue entonces cuando apareció Marco Asensio para marcar un golazo desde su casa. Y es que la pierna izquierda del mallorquín es de caoba. El hecho ocurrió en el minuto setenta y tres y el Madrid ya se hizo dueño de la situación. El líder de la Liga Santander necesita cuanto antes que se recuperen sus lesionados para afrontar con esperanza los partidos frente al París Saint Germain.
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