Las declaraciones de Jaco, durante esa semana de excitación futbolística, fueron tan respetuosas en lo personal hacia mí como destacadas en la parte profesional. Ahí empezó nuestra amistad. El partido lo ganó La Balona con un gol en el último minuto. Lo cual contribuyó a que la Policía tuviera que escoltarnos hasta Algeciras por mor de un grupo de aficionados iracundos por la derrota y que se mostraban amenazantes rodeando el autocar. Saco a colación esta circunstancia como prueba palmaria de cómo se vivían aquellos derbis.
Durante años, los equipos dirigidos por Jaco y servidor hubieron de enfrentarse. Y debo decir que él salió ganador por una o dos victorias. Mi amistad con Jaco se reforzó con mi llegada a Ceuta. Incluso hubo una época en la cual raro era el día en que no charlábamos. Hablábamos de todo... A pesar de que él no era muy dado a opinar de lo que desconocía. Si bien es cierto que conmigo solía abrirse. Era, además, detallista con quienes nos habíamos ganado su confianza.
Mis conversaciones con JA fueron a menos por circunstancias ajenas a nuestra voluntad. Fuimos cumpliendo años y nuestros alifafes nos fueron retirando de la calle. Ese lugar de encuentro que nos encantaba a los dos. Me consta que Jaco ha vivido una vida intensa... Y que ha disfrutado lo indecible tanto de jugador como de entrenador. Incluso ejerciendo de barman en su establecimiento. Hace pocas fechas, dije lo mucho que me dolía hacer despedidas encomiásticas a amistades fallecidas. Porque mi corazón ya no está para encogerse más. Pero despedir a este amigo era un deber.
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