Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 19 de enero de 2022

Campanal II y su choque con Gento

La alacena de mi memoria está repleta de recuerdos que permanecen ordenados y dispuestos a salir a la palestra en cuanto yo lo decido. Hoy le toca airearse un poco a los que tengo de cuando viajaba con mi padre a Sevilla para ver al Madrid o bien al Valencia en el campo de Nervión. Dado que él era del equipo che y yo del merengue. Llevábamos el pecho cubierto con hojas de periódico para paliar el frío que teníamos por ir en una motocicleta de la época. Y, por supuesto, deseando reponer fuerzas en El Ocho: restaurante económico que era muy frecuentado. Así que llegábamos con el tiempo justo al Estadio.

Mi padre era del Valencia porque, la verdad sea dicha, Pasiguieto y Puchades formaban una pareja de volantes extraordinaria. Jugaban escalonados y se hacían dueños de la zona en un santiamén. Y qué decir de Wilkes; aquel holandés que era capaz de arrancar desde el centro del campo regateando y presentarse ante Bustos como si tal cosa. A mí me agradaban sobremanera Arza, Antúnez, Guillamón, Domenech, Ramoní y Campanal II... Excepto cuando se enfrentaban al Madrid dirigido por Di Stéfano. Menos mal que el argentino, con su juego flotante, eludía las acciones contundentes del zaguero asturiano. 

Paco Gento, sin embargo, las pasaba canutas. Puesto que,  por ser más rápido que un galgo, los rivales le salían paso con furia desmedida. A fin de que si pasaba él no pasaba la pelota, o viceversa. Y, en una de esas entradas temerarias de Campanal II, la Galerna del Cantábrico puso una rodilla como escudo defensivo y destrozó uno de los riñones del rival. Aquella lesión, aunque reconocida como accidente, nunca fue olvidada en la antigua sede de la calle Harinas. 

Hace nueve meses, días más o menos, Marcelo Campanal, más conocido por Campanal II, dejó esta vida para instalarse en esa otra por la que suspiran los creyentes. Y allí estará esperando la llegada de su amigo Gento. Aunque no me cabe la menor duda de que -en cuanto hablen de fútbol- saldrá a relucir lo ocurrido en aquella tarde de un domingo de la temporada 50-51 y en la cual el zaguero sufrió una lesión en un riñón que acabó perdiendo, debido a un encontronazo con el extraordinario extremo del Madrid.



 


 


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