La expresión del título la vengo oyendo desde que era un niño. Por lo que tiene bastante solera. Lo atestigua el hecho de que la Real Academia se hiciera eco de ella en 1817, en la quinta edición de su diccionario. Pero mucha más tradición tiene lo de besar a los santos, costumbre ancestral extendida por todos los lugares de España y que de vez en cuando es puesta en entredicho por su dudosa sanidad.
Tal ocurrió en 2009, cuando un brote de gripe A hizo saltar las alarmas institucionales (los hubo que dijeron que con exceso: y hasta airearon que las principales beneficiarias fueron las farmacéuticas, que colocaron a la Seguridad Social millones de dosis de la vacuna correspondiente). Pues bien, el propio cabildo de la catedral de Santiago llegó a recomendar abstenerse de besar al apóstol, aunque la devoción de los peregrinos dejara la admonición en agua de borrajas. En realidad, y según leí en su momento, ya la había minimizado el propio cabildo al afirmar que el riesgo era insignificante: nada que ver, desde luego, con el de "discotecas y pubs", donde realmente urgía tomar medidas.
Recuerdo que, en aquel entonces, chamullando de esa gripe que llegó con las ideas de un Miura, a mí se me ocurrió decir lo siguiente en una reunión: "Cualquiera que haya asistido a una romería o peregrinado a un santuario, o seguido los rituales de unas fiestas patronales, sabrá que a veces lo de acceder al santo no es cosa fácil. Pues las colas demoran considerablemente este acto de fervor. De modo que eso de llegar y besar... No es fácil. Y mucho menos con gripe A. Y me encontré con las repuestas desabridas de dos rocieros que estaban preparados ya para hacer el camino de El Rocío. Y es que entonces, como ahora, había gente pa'tó
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.