El Cádiz recuperó en el Bernabéu el estilo de juego que hace feliz a Álvaro Cervera. El cual es dejarle la posesión del balón al rival y defenderse con todo el equipo al borde del área grande. Sus jugadores no se cortan lo más mínimo en despejar la pelota lo más lejos posible para salir del agobio a que es sometido. Así, con esa defensa a ultranza, esperando que se le presente una oportunidad de gol, el equipo gaditano fue logrando ascensos y también el mantenerse en La Liga Santander.
No hace mucho, debido a resultados adversos, el técnico canario se lamentaba de que su equipo estaba jugando a otra cosa bien distinta a la que él quería. Y habló de que necesitaba poner fin a esas licencias que se habían tomado sus futbolistas. Lógicamente, el Bernabéu era el escenario ideal para comprobar si sus sugerencias habían obrado el efecto deseado por él. Y, por lo visto, no tengo la menor duda de que AC estará a estas horas más que satisfecho.
Ancelotti, sin embargo, dio la impresión de que desconocía cómo iba a desenvolverse el equipo amarillo. De modo que otra vez fue sorprendido. Cierto es que los gaditanos nada más que gozaron de una ocasión de gol: la que tuvo Negredo cuando el partido estaba a punto de fenecer. También es verdad que el dominio del Madrid fue aplastante. Pero exento de condiciones para batir a Ledesma. Sobre todo porque nunca supo cómo responder a la muralla que tenía por delante.
Una muralla China a la que nunca se le buscaron las vueltas para reducirla con los medios adecuados: circulación rápida del balón, desbordes por las bandas y disparos desde la media distancia. El centro del campo merengue careció de ideas del principio al fin. ¿Cómo es posible que Ancelotti mantuviera todo el encuentro a Casemiro como mediocentro defensivo ante un adversario con todos sus jugadores colgados del larguero? Y además en un estado de forma lamentable.
Carlo Ancelotti padeció del mal de los entrenadores que no toman decisiones en los momentos difíciles por estar convencidos de que sus jugadores terminarán marcando el gol decisivo. Lo cual sucede a veces. Mantener a Casemiro hasta el final no era necesario. Sobre todo porque el repliegue intenso del Cádiz exigía la presencia de un delantero centro y de otro por detrás de él y con dos extremos. En fin, cabe decir que Ancelotti, en esta ocasión, estuvo obnubilado.
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