El Madrid jugó mejor que bien en el Nuevo Estadio de los Cármenes. De ahí que el Granada, equipo combativo y duro como el pedernal, estuviera a merced de sus rivales durante la primera media hora del encuentro. Gracias al dominio ejercido por los componentes del centro del campo merengue. Kroos y Modric, siempre mirados con lupa por mor de la edad, dieron un curso de cómo se debe actuar en esa zona vital del centro del campo. Lugar donde, nunca me cansaré de decirlo, se cuecen las victorias y las derrotas.
Modric y Kroos salieron convencidos de que al Granada había que atacarle por el lado de Marco Asensio, y no dudaron en surtir de balones al mallorquín. Quien desbordó continuamente a Carlos Neva. Y lo hizo jugando siempre por el lado ciego de su marcador. Es decir por dentro. Así que en el minuto 19 aprovechó un pase medido de Kroos para batir a Maximiliano con un tiro por bajo. Asensio fue a más y su marcador a menos, debido a que sus compañeros no le ayudaron a cortar de raíz el peligro que se cernía por ese costado.
El segundo gol se fraguó en un saque de esquina ensayado... Lo marcó Nacho, tras asistencia de Toni Kroos. Corría el minuto veinticinco y el dominio de los hombres dirigidos por Carlo Ancelotti era abrumador. A pesar de que ni Vinicius ni Benzema participaban tanto como es habitual en ellos. Fue entonces cuando el equipo local, aprovechando cierto relajamiento de sus adversarios, dominó la situación. Y Luis Suárez, en jugada desgraciada de Vinicius, que perdió un balón en zona roja, acortó distancias y cundió la esperanza de remontada entre los aficionados locales.
La segunda parte fue de total y absoluto dominio madridista. Y llegaron los goles de Vinicius y Mendy. Tantos conseguidos antes de que el Granada se quedara con diez jugadores por expulsión de Moncho, tras una durísima entrada a Vinicius. A propósito: hizo muy bien Ancelotti en sacar del campo al brasileño, debido a que sus regates habían sacado de quicio a sus marcadores y éstos entraban ya al bulto. Goleada, pues, del Madrid a un Granada que fue incapaz de estar a la altura que exigía el extraordinario juego de sus adversarios. Ah, es de justicia destacar las pocas intervenciones de Courtois.
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