Tengo la impresión, y no es la primera vez que lo digo, de que Luis Enrique considera a los periodistas que siguen a la Selección como personas que conocen el camino pero que no saben conducir el coche. Dicho de otro modo: que no están capacitados para ahondar en un deporte que no han practicado. De ahí que el técnico asturiano no disimula en las conferencias de prensa lo poco que le gusta responder a las preguntas que le hacen. Así que alguien debería decirle que si no existieran periodistas no habría actualidad; habría nada más que hechos. Frase que se le atribuye al escritor y periodista Cándido, Carlos Luis Álvarez.
Luis Enrique, debido a su extensa y exitosa carrera en el fútbol, sabe que es más fácil ser agradable que desagradable. Así que en momentos de enfado debería no caer en la displicencia. En vista de que no hay nada más contraproducente que desdeñar la presencia de unos periodistas que están en el tajo para ganarse los gabrieles. Por más que las preguntas, en bastantes ocasiones, sean tan desagradables como inoportunas para quien ha de contestarlas. También entiendo lo difícil que es mantener la compostura ante escribidores que han dicho lo que no es acerca de alguna decisión adoptada por él.
Los saberes futbolísticos de Luis Enrique son incuestionables. Como asimismo es conocedor de cuanto rodea al espectáculo del balón a tan alto nivel. De hecho no ha dudado en proclamar la importancia que tiene que el Sánchez Pizjuán se llene hasta la bandera en el partido del próximo domingo contra Suecia. Y la prensa ha divulgado con creces su petición. Pero sería conveniente que no echara en saco roto lo siguiente: un porcentaje altísimo de los espectadores del partido del domingo, tanto en el campo como en la televisión, formarán su opinión no por lo visto, sino por lo que lean o escuchen en los medios que sean de su agrado.
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