Confieso que soy espectador diario de los programas futbolísticos de Real Madrid TV. Y no entiendo cómo es posible que todos los días y fiestas de guardar pongan a parir a los árbitros. A veces por nimiedades. Error mayúsculo que comienza desde que se sabe el nombre del colegiado designado. Actitud que los predispone a sentirse heridos en su amor propio. Y ya sabemos lo que al respecto dijo Alberto Moravia: "El amor propio es un curioso animal que puede dormir bajo los golpes más crueles, pero que se despierta herido de muerte, por un simple arañazo".
Los dirigentes del equipo blanco deberían darse cuenta de que ese proceder no les beneficia. Ayer por la noche, César Soto Grado, árbitro perteneciente al Comité de Árbitros de la Rioja, dio buena prueba de ello en momentos cruciales del partido. Tampoco Carlo Ancelotti tuvo las ideas muy claras, la verdad sea dicha. En principio, Osasuna es un equipo cuya forma de jugar es harta conocida. Debido a que su entrenador, Jagoba Arrasate, lleva ya varias temporadas dirigiendo a un equipo compuesto por futbolistas que conocen más que bien el sistema táctico adecuado a sus cualidades.
Los jugadores rojillos, distribuidos en el césped bajo el dibujo 1-5-3-1-1, defienden en bloque. Y lo hacen cerca de su portero o bien lejos de él: Siempre acorde con los problemas que planteen sus rivales. Sus centrales se sintieron ayer muy cómodos con los centros desde los costados por parte de los extremos merengues. Debido a que el equipo carece de juego aéreo. Puesto que Benzema, como es bien sabido, juega como falso nueve. Y, por si fuera poco, Ancelotti no se percata de que necesita un segundo delantero que ocupe los espacios libres que deja el futbolista francés.
No le basta al Madrid con que Kroos y Modric- ayer ausente- traten de cumplir esa misión por los costados. Y, desde luego, lo ilógico es que Casemiro se sitúe en una zona de nadie. Es decir, que ni es escudo de la defensa ni mucho menos mediapunta. Por más que el brasileño ponga empeño en ese cometido. Si a ello le sumamos el escaso rendimiento de Marco Asensio y la insistencia de jugar por la banda de Vinicius, lo que evita que se genere la sorpresa, tenemos a un Madrid que no asusta a nadie. Y mucho menos a Osasuna; compuesto por jugadores solidarios en las ayudas, basculaciones, coberturas y relevos. En suma: Un equipo cuyas debilidades las minimiza con un fútbol defensivo. Defender bien es un arte.
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