Los partidos Barcelona-Valencia, o viceversa, gozan siempre de gran interés. Así que ayer acudí presto a sentarme frente al televisor de la sala de estar, convencido de que no habría motivo alguno para que el aburrimiento hiciera acto de presencia. Y a fe que ambos equipos cumplieron con el objetivo de entretener a los espectadores del principio al fin. Todo comenzó con el gol de Gayá a los cuatro minutos. Lo hizo de potente disparo desde fuera del área, aprovechando un rechace de la defensa azulgrana.
El tanto marcado por el lateral valenciano no causó zozobra alguna en el Barça y sí obnubiló las ideas de José Bordalás. Quien no supo tapar a tiempo el agujero que se estaba produciendo por el lado de Foulquier. Magnífico defensa, sin duda alguna; pero no el más indicado para marcar a Ansu Fati, debido a su estatura (1,86 m.) Para cumplir esa misión es necesario asignársela a un lateral con menos centímetros, veloz, y gran sentido de la anticipación. Y sobre todo que sepa aguantar los envites del atacante con las piernas semiflexionadas y la vista puesta en el balón.
Alguien podría responderme que Paolo Maldini, lateral italiano, tenía una estatura considerable. Pero siempre se ha dicho que una golondrina no hace verano... Al grano: Mi parecer es que José Bordalás, a quien he destacado en ocasiones por sus aciertos tácticos, ayer estuvo en Babia. Distraído en el banquillo. Sin caer en la cuenta de que el marcaje de Foulquier al futbolista bisaguineano -nacionalizado español- era un error. Y los errores en el fútbol se pagan con la derrota. Ahora bien, también conviene airear que no es fácil marcar a la estrella azulgrana.
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