Partido infumable

Hay partidos a los que se asiste convencido de que habrá emoción y hasta buen juego, debido a la calidad de los equipos contendientes. Cierto es que a veces las cosas no suceden como deseamos. Pero siempre es mejor ser espectador de tales encuentros y no de los que tenemos la certeza de que veremos un espectáculo infumable. Es decir, impresentable, muy malo. De los que hacen dudar de que el fútbol sea el deporte rey. 

Yo ya había etiquetado el España-Georgia como un auténtico bodrio. Debido a la falta de calidad de los futbolistas caucasianos. Y hasta dije para mí que faltaría a mi cita como espectador televisivo. Pero cambié de opinión momentos antes de empezar la retransmisión. Y lo hice convencido de que los georgianos encajarían tantos goles como para que Luis Enrique y sus muchachos sacaran pecho después del tropiezo ante los suecos.

España batió cuatro veces a Loria (portero georgiano). Gayá, Carlos Soler y Ferrán Torres fueron los autores de los tres tantos en la primera parte. El cuarto lo marcó Sarabia en la reanudación. Tanteo corto para las facilidades que dieron los hombres dirigidos por Willy Signol. Cuya experiencia como entrenador no le valió para paliar en parte la inevitable derrota de su equipo. Es más, contribuyó a ella acumulando jugadores por el centro y dejando las bandas libres a los futbolistas hispanos. 

Así que Azpilicueta, Marcos Llorente y Ferran Torres encontraron por el lado diestro un pasillo ideal para sus incursiones; del mismo modo que por el lado siniestro lo tuvieron Gayá, Carlos Soler y Sanabria. Un desastre defensivo impropio incluso de una selección tan mala de solemnidad como es la ya reseñada. Pues bien, tras haber leído cuanto se ha escrito en relación con el partido de ayer, bien harían los opinantes en no echar las campanas al vuelo. Es más, lo ideal sería que se insistiera en recordarle a Luis Enrique la fragilidad del sistema defensivo de la selección.