El juego de España es mediocre

La victoria de España frente a la Federación de Fútbol de Kosovo y la derrota de los suecos en Grecia permiten que demos por hecho que nuestra selección está ya clasificada para el Mundial que se celebrará en Qatar. Era lo esperado. Pero ello no es óbice para reconocer que su juego es mediocre. Dado que sus futbolistas tardan un mundo en llegar a la portería contraria, debido a que se pierden en pasecitos estériles. Los cuales permiten que sus rivales, por medianos que sean, tengan tiempo para replegarse intensivamente y con orden. 

La Roja, como han dado en la manía de mentarla los profesionales de los medios de comunicación, sigue anclada en un fútbol flojo, tenue, de pura floritura. El centro del campo, donde se cuecen los éxitos y los fracasos, juega contagiado por esa labor tan cansina como añeja que impone Sergio Busquets. Así que los adversarios, por inferiores que sean, dominan esa parcela durante más tiempo del debido.

Ocurrió ayer, una vez más, que el rival pudo marcar varios goles durante la primera media hora del encuentro, por mor de la  fragilidad del equipo cuando le tocaba defender. Endeblez resumida perfectamente en la pésima actuación de Laporte e Íñigo Martínez. Ambos las pasaron canutas ante los contraataques llevados a cabo por Muriqi y Rashica. A propósito, ¿a qué se debe que España juegue con dos centrales zurdos?... Máxime cuando Busquets se diluye cuando toca correr hacia atrás.

En fin, el partido fue un despropósito en todos los sentidos. Menos mal que Fornals obtuvo el primer gol -minuto 32- cuando los jugadores kosovares principiaron a dar señales de cansancio y que Ferran Torres -minuto 86- logró el segundo tanto, tras ser revisado por el VAR. Pues hasta entonces, la Federación de Fútbol de Kosovo tuvo la oportunidad de empatar. Lo evitaron Unai Simón y el fallo clamoroso de Muriqi cuando sólo tenía que empujar el balón a la red.