Jugar de central nunca ha sido fácil. Debido a que es una de las posiciones más exigentes del fútbol y en la que un fallo pone en entredicho al jugador. Cualquier error hace que las dudas se ciernan sobre él y que cada intervención suscite entre los aficionados el murmullo de la desconfianza que ya ha generado. Es, por tanto, una de las demarcaciones más sufridas y menos recompensadas en el deporte rey. Verdad de Perogrullo.
Defender bien es una labor básica. De hecho, los equipos que menos goles encajan son campeones si aspiran al título -salvo rara excepción-. Y también los que consiguen cumplir su cometido modesto: salvar la categoría. Mantener la portería a cero siempre satisface a los futbolistas. Y sobre todo a los entrenadores. Quienes deciden cómo hacerlo. Ahí es donde radica más la influencia de los técnicos.
Los centrales deben ser altos. Dominadores del juego aéreo. Veloces. Contundentes. Mas no violentos. Aunque jamás eludirán el choque con los delanteros. El sentido de la anticipación también es primordial. Y en vista de que su situación en el campo les permite ver todo lo que está sucediendo han de estar capacitados para acudir prestos a las basculaciones y las ayudas a sus laterales. Ante cualquier duda se impone el alejamiento del balón de la zona roja. Y habrán de sacar la pelota jugada desde atrás si reúnen las condiciones para tal menester.
Hay centrales que además de sumarse al ataque en ocasiones, y nunca por sistema, crean problemas en el centro del campo de sus adversarios. Y también los que aprovechan las jugadas a balón parado a fin de marcar goles. Pues siempre es mejor saltar como atacante en carrera que como defensor a pie firme. Verbigracia: Ramos. Olvidaba mencionar la colocación. Es primordial que estén en todo momento atentos a las oscilaciones del juego y asimismo conocer las cualidades de los delanteros contrarios. Y, desde luego, sobre ellos recae también la necesidad de atender a las vigilancias.
Por encima de todo, salvo fuerza mayor, los equipos han de contar con los servicios de un central diestro y otro siniestro. Sergio Ramos, por ejemplo, pudo rendir mucho más en el Madrid de haber jugado en la derecha y no en la izquierda. De ahí que con el paso de los años su cintura ya no respondía bien cuando le tocaba girarse para correr detrás de un delantero veloz.
Válgame lo dicho para recordar que en la plantilla merengue hay centrales como Alaba, Mendy, Éder Milîtao y Nacho. Dos zurdos y dos diestros. Todos ya consagrados en la elite futbolística y, por tanto, cabe confiar en ellos. Por más que es sabido que los defensas en el Madrid pasan el quirinal por el carácter ofensivo del bloque. De momento, Ancelotti tiene mimbres para formar una zaga con jugadores distribuidos racionalmente. Aunque haría bien en decirle a Casemiro que vuelva a ser ese escudo de la defensa -formidable en todos los aspectos- que le valió para encumbrarse en el deporte rey.
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