Es el título de la noticia publicada en un periódico deportivo de tirada nacional. Pero, a medida que la voy leyendo, me parece inconcebible lo contado por el periodista Juan Jiménez. Resulta que Laporta le pidió al técnico holandés que esperara dos semanas... Y si en ese tiempo no encontraba el recambio deseado para el banquillo, entonces lo contrataría a él. Proposición que, visto lo visto, aceptó el técnico holandés. La cual no creo que diga mucho a favor de RK. Aunque alguien podría responderme con el refrán adecuado: "Donde hay confianza, da asco".
Peor que lo ya reseñado es lo siguiente que leo: "Laporta pone como condición a Koeman que ha de jugar con el 4-3-3 como sistema innegociable y quiere que su fútbol sea más ofensivo que lo ha sido hasta ahora". A pesar de que el Barça fue el máximo goleador del fútbol español durante la temporada. Y, por si fuera poco, el presidente azulgrana le ha puesto como ejemplo de juego el que practica el equipo femenino. Y Koeman se ha limitado a decirle que poco podía hacer con lo que tenía la temporada pasada.
Flaco favor le hace Laporta al fútbol al permitir que su conversación haya traspasado las paredes de su despacho. Y, desde luego, me parece lamentable que el entrenador haya soportado semejantes imposiciones como si tal cosa... En una palabra: presidente y entrenador han quedado peor que la Chata de Cai. Que ya es quedar malamente. Así que no me extrañaría que los jugadores del Barcelona se hicieran tirabuzones con las órdenes que dé el hombre del banquillo; sabiendo que éste sigue a rajatabla las directrices marcadas por su presidente. Lo contado hace de menos a los entrenadores
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