Nuestra amistad se mantuvo siempre: a pesar de que por motivos distintos dejamos de vernos con la asiduidad con la que lo hacíamos. Aunque siempre hemos sabido el uno del otro por amigos en común. Y es que Julio decidió un día vivir en Málaga. Puesto que sus hijos se establecieron allí y los nietos nacieron con el nombre de sus abuelos en la punta de la lengua... Y, claro es, Fina, su mujer, no dudó en alentar el deseo de su marido.
De higos a brevas, debido a la amistad de Fina con Gloria, conversamos por teléfono. Y mi amigo, tras los saludos adecuados a nuestra amistad, me dice que todos los días me lee a toque de campana; es decir a las diez de la noche. Ayer fue uno de esos días en los que estuvimos pegando la hebra -entre otras cosas- sobre el Madrid. Y me preguntó si nuestro equipo no ha perdido la costumbre de buscar la portería contraria con rapidez. Porque él cree que sus jugadores abusan mucho de los pases cortos y horizontales, cuando no retrasados. Y que brillan por su ausencia los tiros a puerta desde la media distancia. Y que pocos son los balones enviados a los espacios libres para aprovechar la velocidad de algunos de sus futbolistas...
Julio Sánchez quiere saber también la opinión que yo tengo de Zinedine Zidane y si el Madrid prescindirá de él.
No creo que eso suceda, le digo. Aunque una victoria del Sevilla en Valdebebas pondría a Florentino Pérez entre la espada y la pared. El cambio de entrenador, querido amigo, tiene como bueno, el cortar de raíz el amaneramiento de los jugadores. Pero ese remedio ha funcionado pocas veces en el equipo de nuestros amores. En fin, Julio, nada más que te queda invocar a tu santo preferido para que los hispalenses no se aprovechen del decaimiento de nuestro equipo. Tras el gatillazo dado frente al Chelsea.
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