Hay que reconocer que la izquierda, a veces con razón y otras sin ella, ha tenido demagogos muy célebres, que ejercían esta disciplina con plena conciencia de que era un instrumento político. No creo necesario mencionar sus nombres. Ayer, sin embargo, Pedro Sánchez superó a sus antecesores en el arte de ganarse a la plebe que no ceja en su empeño de conseguir la independencia de Cataluña. Y lo hizo con frases que parecían sacadas de un sermón. Y que podrían haber sido transmitidas desde un púlpito.
El presidente del Gobierno puso su mejor cara durante la prédica: Esa cara de bueno con la que intenta ablandar el corazón de los escuchantes. La que saca a relucir cuando necesita llevarse al huerto a sus seguidores y sobre todo a quienes tratan de romper la unidad de España. Nos dijo que no caben venganzas ni revanchas contra los políticos que declararon la República Catalana y cuyo encarcelamiento provocó un estallido de violencia en una Barcelona tomada por agitadores que destruían comercios y convivencias
"Hay tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia". Palabras que sonaron como salidas de la boca de un santo varón y no de un político que preside el Gobierno de España y que ha de velar por su unidad con todos los medios que le proporciona la Constitución. Dando así la razón a los independentistas que airean que las condenas del Tribunal Supremo fueron políticas. ¡Qué bonito discurso! ¡Cuánta bondad hubo en esas palabras preñadas de sentimientos para quienes tal vez no sabían lo que hacían! Aunque sigan proclamando que en cuanto puedan volverán al tajo; es decir, que convertirán Barcelona en una ciudad sin ley...
Cierto es, y conviene recordarlo, que el independentismo es un negocio del cual comen muchísimas personas. Tampoco conviene echar en saco roto las palabras pronunciadas por Ortega y Gasset en su día: "Los españoles debemos aprender a conllevar el problema catalán". Vamos, que tenemos que soportarlos porque los nacidos en Cataluña son una raza especial. Los más trabajadores del mundo. Hasta el punto de que su burguesía, siempre jugando a dos bandas, nunca se ha cortado lo más mínimo en gritar a voz en cuello que el error de Franco fue no dedicar todos sus esfuerzos en catalanizar España...
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