Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 11 de mayo de 2021

Elogio del laconismo de Zidane

A los entrenadores les desagrada hablar en la sala de prensa después de los partidos. Máxime si su equipo ha perdido. Aunque comprenden que el espectáculo exige que respondan a cuanto se les inquiera, salvo que la pregunta no tenga sentido o vaya preñada de malignidad. Y, desde luego, nunca deben perder la compostura cuando el periodista que les interroga ha estado toda la semana tocándoles los cataplines con comentarios inapropiados. Cierto es que cuesta lo indecible mantener la calma. Pero ese comportamiento entra dentro de sus deberes con el club. Y quien no lo entienda, o no lo soporte, bien haría en dedicarse a otra cosa.

Los entrenadores de los equipos grandes han de medir sus palabras. Porque cuanto digan tendrá gran resonancia. En el Madrid, por ejemplo (excepto cuando estuvo Mourinho y se le permitió por necesidad del momento que usara sus métodos), apuestan por técnicos lacónicos. Es decir, que sean parcos y comedidos en el hablar tanto en las victorias como en las derrotas.  Y si es posible que respondan como lo hacían los espartanos: Con síes o con noes. 

Ni que decir tiene que el laconismo de Zinedine Zidane, al margen de sus conocimientos futbolísticos, le viene al Madrid como el anillo al dedo. Incluso cuando se cabrea es capaz de hacerlo riéndose del enojo que le había producido la decisión de un árbitro que le puede costar la pérdida de La Liga a su equipo. Cualquier otro en su lugar habría sacado la lengua a pasear... Mas nuestro hombre optó por lucir su carácter jovial para deleitar a los periodistas asistentes a la rueda de prensa. Y a fe que lo consiguió con la rúbrica de un sonrisa marca de la casa.

Sí, ya sé que habrá quienes crean que ese modo de proceder del entrenador merengue es propio de quienes las matan callando; es decir, que hacen virtud de la hipocresía. Pues bien, por más que la hipocresía tenga tan mala fama, en ocasiones es necesaria practicarla aun a costa de padecer inmediatamente de una dolencia conocida como distonía neurovegetativa. Que tiempo tendrá el doliente de tomarse la revancha. Quien escribe nunca fue capaz de actuar con esa sangre fría. Por eso decidí dejar el oficio de entrenar. 






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