Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 10 de mayo de 2021

Cuando los árbitros eran recusados

Todo niño, a medida que crece -si le gusta el fútbol-, tiene su equipo favorito hasta el fin de sus días. Los árbitros no somos una excepción. Así lo manifestaba un colegiado destacado en los años setenta y conocido por mí desde antes de ser ascendido a Primera División. Mi pregunta, cada vez que le tocaba dirigir un partido en el cual jugaba el club de sus amores, era la siguiente: ¿En qué medida influirá en ti la pasión que sientes por ese equipo?

Su respuesta no se hacía esperar: "Tengo la suficiente habilidad para ayudarle en momentos concretos del partido sin necesidad de provocar la furia de los aficionados locales". El personaje al que me refiero tardó en ser recusado. Entre los años setenta y ochenta entrenadores y directivos calificaban a los árbitros de caseros o anticaseros. De los primeros se opinaba así: "Para ganar hoy en este campo hemos de jugar como nunca y tener toda la suerte del mundo". Con los segundos cundía la confianza y ello se notaba en el rendimiento de los jugadores visitantes.

Cuando entonces, los árbitros no estaban bien retribuidos. Vivir del arbitraje era imposible. Casi todos  los trencillas tenían un empleo y debían contar con el beneplácito de sus empresarios o superiores en cualquier tarea para ausentarse antes de tiempo del tajo o regresar más tarde de lo indicado. Tampoco la condición física era la ideal. Había jueces que lucían barrigas prominentes y cuando se movían tardaban un mundo en recuperarse. Algunos producían hilaridad por su manera de correr. 

La evolución del fútbol, de la que tanto hemos hablado, sirvió también para que los árbitros se convirtieran  en figuras del espectáculo. Profesionales del deporte más importante del mundo mundial. Los hay que aportan tranquilidad entre los equipos contendientes con su sola presencia. Son los mejores. Lo cual no obsta para que se equivoquen cuando menos se espera. Pero tampoco faltan los que generan dudas en algunos equipos. 

Verbigracia: en el Madrid no caen bien Hernández Hernández y González González. Y ambos son conscientes de ello. Dado que Real Madrid Televisión no cesa de ponerlos como chupa de dómine... Antes y después de los partidos. Mostrando además imágenes que revelan claramente cómo sus desaciertos siempre perjudican al equipo blanco. Lo cual invita a pensar que los dos crecieron sintiendo escasas simpatías por el club más laureado del mundo. Y, claro es, uno entiende que les cueste lo indecible verlo ganar. Alguien debería poner remedio a un asunto que se ha enquistado. Por más que ya no existan las recusaciones. Ah, González González está en el VAR... 






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