Cualquier partido del Madrid tiene resonancia. Y qué decir si se trata del que jugó ayer frente al Chelsea, correspondiente a las semifinales de la UEFA Champions League. Por tal motivo, no me resisto a escribir acerca de algunos detalles que no debieron sorprender a Zidane. Pero peor que esos despistes fue no corregir a tiempo lo que se veía a una legua desde que el balón empezó a rodar. Sucedió que la posición de Jorginho y Kanté, y la misión que ambos tenían encomendada, era una táctica tan simple como demoledora para debilitar el centro del campo merengue y descomponer el equilibrio del conjunto
Ayer lo conté muy por encima nada más terminar el encuentro. Pero creo que merece la pena insistir en lo ocurrido. Archisabido era que el poderío físico de Kanté, su movilidad, su desarrollado sentido táctico y la disciplina que tiene por saberse protagonista entre figuras por su modo de entender el juego, sería un incordio permanente para el equipo blanco. De hecho, yo estaba convencido de que Zidane, tras estudiar detenidamente los movimientos del conjunto londinense, habría tomado las medidas oportunas a fin de mitigar esa salida en tromba con la que suelen sorprender a sus adversarios. Pero pronto me di cuenta de que eso era como pedir cotufas en el golfo.
Así que muy pronto dije para mí: lo que yo estoy viendo desde mi cómodo sillón de la salita de estar no pasará inadvertido para Zidane. Así que en menos que canta un gallo contrarrestará el ardid llevado a cabo por Jorginho y Kanté. ¡Que si quiere arroz, Catalina!. El primero se situó por delante de sus centrales para sacar la pelota jugada sin que nadie le saliera al paso. El segundo anuló cualquier intervención de Kroos. Pieza vital en el engranaje de su equipo. Y, para mayor inri, en pleno dominio del conjunto blue, a Casemiro se le ocurrió abandonar su posición de escudo de la defensa para cortar de raíz las intervenciones del ya reseñado jorginho. Y siempre llegaba tarde...
Semejante desatino táctico del Madrid, durante muchos minutos, pudo convertirse en una derrota por dos o tres goles de diferencia. Menos mal que entre Courtois y lo fallado por Werner la evitaron. Los triunfos obtenidos por ZZ son incuestionables. Logros que le han hecho acreedor a que su fama como entrenador subiera como la espuma. Pero tampoco es menos cierto que no pocas veces tarda un mundo en reaccionar en el banquillo para enmendar sus propios yerros o los de sus futbolistas. Y ayer fue uno de ellos. Dicen que de los errores se aprende. Pues bien, cabe esperar que ZZ llegue a Stamford Bridge con la lección aprendida. De no ser así, de creer que son los contrarios quienes han de preocuparse del Madrid, mucho me temo que la derrota sea el castigo a esa forma de proceder.
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