Loria, cuando el partido estaba dando las boqueadas, quiso adornarse para ser portada de todos los medios de su tierra. Pero la palomita le costó a su equipo la pérdida de un encuentro que tuvo ganado durante muchos minutos. La cantada del portero le dio vida a España que jugó muy mal en la primera mitad. En la que los georgianos se impusieron atosigando a los españoles y creando dos ocasiones de gol. Unai Simón paró la primera. Pero le fue imposible evitar el gol de Kvara en el 43'.
El dominio de los georgianos se basó en correr muchísimo, defender muy bien, y hacer del contraataque su mejor arma. España se vio sorprendida por el derroche de facultades de sus rivales y por lo bien que estaban distribuidos en el césped. Si bien es cierto que ya se preveía que mantener ese ritmo tan intenso iría a menos. Y asi ocurrió en la segunda parte. Bajón físico aprovechado por nuestra selección para hacerse con la pelota y dominar la situación del principio al fin del encuentro.
Luis Enrique, además, con mejores jugadores en el banquillo que la selección de Georgia, hizo los cambios adecuados para dominar de cabo a rabo. Thiago, Oyarzabal, Marcos Llorente y Dani Olmo imprimieron más velocidad al juego. Lo que acabó por agotar a los hombres dirigidos por Willy Sagnol. Los cuales perdieron la poca lucidez que les quedaba por mor de un cansancio que se veía a una legua. El gol de Ferrán los amilanó aún más. Y a partir de ahí sacaron fuerzas de flaqueza para mantener el empate.
Y a punto estaban de lograrlo cuando Dani Olmo decidió disparar desde su casa a ver si sonaba la flauta. Y sonó con el regalo incuestionable del guardameta georgiano. Aunque la victoria no debe equivocar a Luis Enrique. Puesto que la selección no ha dado la talla en los dos últimos partidos ante combinados que forman parte de la clase media baja del fútbol internacional. Es decir...
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