La crispación de Lopetegui

Nunca fue tarea fácil ser entrenador de fútbol. Mandar es un ejercicio complejo. Hacerlo con acierto y equidad es doblemente difícil. Dirigir a una plantilla de futbolistas es más complicado que ser director de cualquier empresa. Porque no hay día en el cual los medios de comunicación no accedan a cuanto acontece en el seno de un equipo donde no todo es color de rosa. Ni mucho menos. 

 

Todos los técnicos sueñan con tener una gran plantilla. Aun sabiendo que ese logro tampoco está exento de dificultades. Ser entrenador consiste en la capacidad de hacer planes y además convencer a los jugadores para que los lleven a la práctica de la mejor manera posible. Y ganar cuantas más veces mejor. Verdad de Perogrullo. De no ser así, las dudas surgen y los comentarios van haciendo mella en el técnico. El cual ha de mantener la calma y firme el ademán. Por más que se pase las noches en vela dándole vueltas al tarro.

 

El club hispalense lleva ya mucho tiempo liderando la clase media alta de nuestro fútbol y compitiendo en Europa con notable éxito. Así que su técnico es consciente de que perder tres o cuatro partidos decisivos provoca la ansiedad de sus dirigentes y la irritación de sus seguidores. Conocimiento que se refleja en su rostro cuando es exhibido por las cámaras de televisión. Tengo la impresión de que día llegará en que a Lopetegui no le queden ni uñas para paliar en parte esa crispación que se apodera de él durante los partidos.  

El Sevilla, tras perder en La Liga y en las semifinales de la Copa del Rey frente al Barcelona, cuando llevaba una ventaja de dos goles, fue derrotado en Elche y ayer fue eliminado de la UEFA Champions League por el Dortmund. Derrotas que en cualquier otro club habría motivado la despedida del técnico. Pero en el equipo hispalense es díficil que ello suceda mientras que Monchi sea su director técnico. Eso sí, bien haría Lopetegui en ingerir cualquier tranquilizante para no sufrir obnubilación en momentos claves de los partidos.