René Descartes consideró que dos factores contribuyen a avanzar: ir más deprisa que los demás o ir por el buen camino. Pues bien, el Barcelona cumplió con los dos elementos: fue más veloz que el Sevilla y eligió el lado de Escudero para que Dembélé marcara el primer tanto (28') y le metiera el miedo en el cuerpo al conjunto hispalense. El cual a partir de ese momento anduvo a la deriva y por tanto a merced del equipo azulgrana.
Lo que no entiendo es cómo Julen Lopetegui -tan dado a tomar decisiones rápidas- dejó que por ese costado se fraguara el triunfo de un equipo que antes del gol había ya tenido varias ocasiones para batir a Bounou. El enlace Messi-Dembélé es lo mejor que viene haciendo el Barça desde hace ya muchos partidos. El cual consiste en que el argentino envíe el balón al espacio libre para que el extremo francés deje atrás a su marcador y se presente solo ante los porteros. También cuando recibe la pelota al pie es capaz de romper sistemas defensivos.
El gol de Dembélé llegó por un fallo garrafal de posición de los dos centrales del Sevilla. Algo raro en un equipo tan trabajado tácticamente por su entrenador. Un conjunto al que parece no haberle sentado bien la inclusión del 'Papu' Gómez en una zona del campo donde carece de influencia. Y, claro, jugarle al Barcelona con diez es facilitarle la tarea.
En la segunda parte, Lopetegui hizo muchos cambios. Tantos como para que no surtieran efectos. Mientras que el Barcelona siguió a lo suyo... Incluso mejorando su juego. El gol de Messi se ajustó a la realidad de lo ocurrido: el Barcelona fue más rápido y supo hallar el camino por donde derrotar a un Sevilla que no dio la talla.
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