Fructuoso Miaja gana las elecciones municipales

Fructuoso Miaja habla en sus memorias de cómo vivió las elecciones municipales en las que fue el candidato ganador con setenta años.

Las elecciones municipales se celebraron un diez de junio. Yo voté sobre las diez de la mañana en la Escuela Universitaria del Profesorado, situada en la calle del Greco. Allí me esperaban María del Carmen Castreño y Pedro del Corral. Los periodistas me preguntaban a cada paso por mi salud. Y siempre les decía que andaba como un reloj suizo. Pues todos tenían metido entre ceja y ceja que yo era muy mayor para ser alcalde. A pesar de que estaban al tanto de los kilómetros que andaba diariamente.  

Reconozco que torcí el gesto cuando las urnas dictaron sentencia. Porque esperaba mejores resultados. Pero ningún otro partido superó los ocho concejales que obtuvimos los socialistas. Aunque tardé nada y menos en felicitar a los demás candidatos. Ceuta Unida fue una revelación. Era un partido localista, encabezado por Rafael Montero Palacios, que logró seis escaños. Los mismos que Coalición Popular. El PSPC obtuvo tres, y dos el CDS.

Con once votos me invistieron alcalde el 30 de junio de 1982. Los ocho nuestros y los tres del PSPC. Fue un momento inolvidable: porque ser alcalde de mi pueblo era lo mejor que me podía pasar en mi trayectoria como político. También hubo un tripartito formado por Ceuta Unida, CDS y socialistas. A los diez años de participar en la política activa, había sido concejal, senador y alcalde. Dije que quería ser un alcalde con conocimiento de la calle... Y, para serlo, estaba obligado a pasearla diariamente. Y así lo hice.

Hablé con los funcionarios y les comuniqué que siempre sería dialogante con ellos. Delegué muchas funciones en los concejales. Aunque había que rendirme cuentas en su momento. Confié ciegamente en los partidos con los que pactamos. Desde el primer día mantuve unas relaciones cordiales con las instituciones. Como alcalde, seguramente tuve la oportunidad de equivocarme mucho y acertar lo justo. Pero nadie podrá negarme que puse todo mi empeño en regir los destinos de esta tierra con el amor que siento por ella. 

De logros, en forma de proyectos y consecuciones, me disgusta hablar. Para qué... Que sean otros, en su momento, si acaso sienten interés por ese tiempo de nuestra Historia, quienes analicen lo que hicimos bien y que aireen nuestros errores. Lo que me cabe destacar, pues lo creo de justicia, es el comportamiento que tuvieron todos los concejales que participaron en el Gobierno de aquellos años. Años en los que procuramos que cesaran los tumultos en los plenos y que reinara el sosiego en la ciudad.