Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 11 de enero de 2021

Una vida nueva

Fructuoso Miaja -concejal, senador y alcalde de Ceuta- cuenta en sus memorias cómo fue sorteando los problemas tras salir del penal de El Puerto de Santa María. Aprendí a vivir bajo vigilancia y a no caer en las muchas provocaciones que aparecían cuando menos las esperaba. Durante una década me había abierto camino en medio de grandes dificultades. Puesto que mi ficha policial existía y era, sin duda, un hecho que me limitaba en muchos aspectos. 

Mi madre, aunque la artrosis se la iba comiendo a pasos agigantados, había recuperado las ganas de vivir. Mi regreso había sido fundamental en su vida. Solía decir en bastantes ocasiones: "Ya puedo morir tranquila...". Así era: ella se apagaba mientras yo me abría camino. En esos años, los llamados felices sesenta, se afianzó mi amistad con Paco Vallecillo. De quien conservo recuerdos entrañables. Nos hicimos amigos sabiendo lo que éramos y lo que queríamos.

Paco era muy inteligente, un hombre hecho a sí mismo. Trabajaba en el Banco Hispano Americano cuando fue solicitado por Carranza para emplearlo en la almadraba. Nuestra amistad estuvo siempre regida por el respeto mutuo. Y duró lo que tenía que durar... Muchas son las anécdotas que podría contar de él. Me viene a la memoria la mucha estima que los hermanos Sánchez -Jefes de Falange- le profesaban a Paco.

Los hermanos Sánchez hablaban todos los días con Vallecillo. Porque estaban convencidos de que Paco andaba en el buen camino. Por lo que le decían a la hora señalada: "Nos vamos para interceptar La Pirenaica". Sin percatarse de que PV andaba ya metido en tejemanejes opositores. Mi amigo era una persona especial. Había pertenecido a las Juventudes Socialistas y también había estado en la cárcel. 

En los años sesenta me introduje en el mundo del fútbol. Gracias a mi buen amigo Cayetano Fortes. Ello me sirvió para relacionarme con José Benoliel. Con quien me unió una gran amistad. Benoliel y Parres fueron grandes presidentes del Atlético de Ceuta. Gracias al fútbol hice muchas y nuevas amistades. Incluso escribí en El Faro. Ver mi firma en las páginas deportivas me proporcionaba una sensación muy agradable.

Aunque poco duró la alegría en la casa del pobre: un día, Joaquín Ferrer -el editor- me dijo que si quería escribir tenía que hacerlo con seudónimo. Y me negué en redondo. Y es que el propietario del medio había recibido presiones de los vencedores de la guerra y no podía echarlas en saco roto. Pues bien sabía él a lo que se exponía.

 

 

 


 

 

 

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