Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 29 de enero de 2021

Escándalo en los plenos

Siendo alcalde de esta ciudad Francisco Fráiz Armada, cuando principiaba la década de los ochenta, la gente esperaba la celebración de los plenos municipales con inusitado interés, debido a que todos acababan rematadamente mal: con divergencias irracionales, tumultos generalizados y desbandadas de los asistentes. Es decir, como el rosario de la aurora. 
 
Semejante desorden era achacado a un alcalde que dababa muestras de ser más "chulo que un ocho al revés", o "más chulo que un ocho, que de pie vale ocho y tumbado infinito". Las reuniones de los concejales en Ceuta se hicieron famosas. Hasta el punto de que eran destacadas en periódicos y emisoras de radio y televisión a escala nacional.
 
Aquellas pendencias entre concejales le hicieron un flaco favor a la política y sobre todo a Ceuta. Daba grima asistir a un pleno convencido de que ofensas y denuestos prevalecerían por encima de los debates para solucionar los problemas de la ciudadanía. Causaba vergüenza ajena cuanto ocurría en aquellas sesiones plenarias. En las que era habitual que se armara la marimorena. 
 
Con la llegada de Fructuoso Miaja a la alcaldía, tal vez porque era un hombre dialogante y conocedor de vida y milagros de la tierra en la que fue nacido, los debates adquirieron la normalidad correspondiente entre los concejales de un lado y de otro. Sin esa pasión desaforada que los sacaba de quicio y terminaban perdiendo los estribos y echando espumarajos por la boca.
 
Pues bien, al cabo de muchos años el salón de plenos ha vuelto a ser esa palestra donde se dirimen los problemas teniendo como arma la fuerza de una lengua impropia de quienes representan a los ciudadanos. Mientras el alcalde se desgañita llamando a capítulo a los que chamullan palabras gruesas y denuncian actuaciones gravísimas. Necesitadas de pruebas para llevarlas al lugar correspondiente. 
 
Sé que resulta difícil atender la llamada de la autoridad que recrimina, cuando ésta lleva ya dos décadas sentada en la poltrona. Y todos saben de qué pie cojea. Lo cual no exime de culpas a quienes acuden a los plenos con el único fin de armar la de San Quintín. Porque, amén de ser improcedente, les quita la razón que pudieran llevar en sus alegatos. A la vez que se exponen a perder muchos votos cuando les toque conseguirlos. Y, desde luego, no creo que les sea agradable ser noticia por ir a los plenos enarbolando una grímpola de mala educación. La cual redunda en beneficio de quien lleva ya una eternidad en el cargo.  O sea.


  
 
  

 

 

 

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