Emilio Romero escribió en -Así está España- que los primeros pasos de la restauración democrática se hicieron con tres guapos y seductores, y tres inteligentes y poco afortunados en sus figuras físicas. Los guapos y seductores fueron el Rey, Adolfo Suárez y Felipe González. Los otros -los menos atractivos- fueron Torcuato Fernández Miranda, Manuel Fraga y Santiago Carrillo. Los resultados estuvieron bien a la vista. El gran inspirador de la restauración fue el Rey, y todos le ayudaron. Los dos políticos representativos del poder y de la oposición fueron Adolfo Suárez y Felipe González. Y el destino de los otros fue pasar al ostracismo en menos que canta un gallo.
En esa época se llegó a decir que en España habíamos institucionalizado "el demagógico arte de la seducción pública". Sin embargo, los hubo que no dudaron en enmendarle la plana a don José Ortega y Gasset. Quien había aseverado, en su día, que era incompatible ser guapo y estadista. Emilio Romero puso a Felipe González como ejemplo de ambas cosas. Pero tampocó se cortó lo más mínimo en airear que si se mantuviera la selectividad de nuestros políticos y gobernantes, exclusivamente por el demagógico arte de la seducción pública, él se defecaría en la soberanía nacional.
El gran periodista, analista y escritor, remató la faena con la siguiente revolera: "Los guapos y los seductores tienen que estar en otra parte: en Marbella, en Mau Mau, en las relaciones públicas de cualquier negocio, en los pubs célebres, y en reuniones sociales donde haya mujeres imaginativas, maridos perezosos, contubernios de viajes, y barcos, y polo, y golf. Los guapos y los seductores están fabricados como Alain Delon para Romy Schneider, pero no para afrontar la solidaridad con Europa, el compromiso económico de Bruselas, las responsabilidades de la defensa y el tacto supremo con los Estados Unidos de América y la Unión Soviética. O se acaba la democracia de los guapos, o nos vamos a la mierda".
La pregunta se impone: ¿de haber vivido el maestro Romero qué habría dicho acerca de Pedro Sánchez? De quien afirman sus compañeras de partido que es el político más guapo que ha dado España en muchas décadas. Y hasta las hay que sacan su maldad a relucir con el siguiente comentario: "Al presidente le favorece mucho salir en televisión junto a Pablo Iglesias...".
Ayer mantenía yo esta conversación con una señora que lleva muchos años votando al Partido Popular. Y aproveché la ocasión para inquirirle acerca del motivo por el cual Pablo Casado es incapaz de seducir con su figura física a los votantes necesarios para acceder a La Moncloa. La respuesta fue inmediata: 'Porque no es ni chicha ni limonada'. Amén de que su andares recuerdan a los de don Manuel Fraga. Y, por si fuera poco, verlo con una pala entre las manos ha sido una metedura de pata. Hasta el punto de que habría que destituir de su cargo a quien le hubiera recomendado semejante estupidez.
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