Hoy me han recordado por teléfono que llevo mucho tiempo sin decir ni pío de nuestro alcalde. Y que ello ha sido motivo de comentario entre quienes se apresuraban a leerme cada vez que yo le zurraba la badana. Así que mi interlocutor, cuya confianza conmigo es añeja, desea saber por qué me he olvidado de Juan Vivas. A punto he estado de cambiar de tercio para no responder a la pregunta. Pero nunca ha sido esa mi forma de proceder. Y mucho menos cuando el asunto no requiere que me muerda la lengua.
El motivo principal -y creo que lo conté hace ya tiempo- es que cuando opino de nuestro alcalde se reduce el número de lectores. Así me lo confirma el contador del blog. Lo cual significa que la primera autoridad de esta ciudad ha ido perdiendo el encanto que generaba entre los ciudadanos. Aunque aún no lo detestan a tutiplén. Pues quien conserva el poder también mantiene a clientes interesados en que permanezca en sitio tan privilegiado. Cierto es que cada vez son menos. Debido a que lleva la friolera de veinte años en el cargo. Lo cual no deja de ser un logro al alcance de pocos políticos.
Asimismo debo manifestarte que el sufrimiento que nos está causando el virus ha influido igualmente en mi decisión de no emitir parecer alguno acerca de quien debe tomar medidas tan difíciles cual necesarias en los tiempos que corren. Espero que mi explicación te haya sacado de dudas.
Sí, Manolo, tus explicaciones me han convencido. Sobre todo porque te conozco hace ya un montón de años y sé cómo eres... Pero no me negarás que nuestro alcalde sigue escabulléndose de los conflictos que crea, porque les tiene miedo, como aquel individuo que mandaba a su criado a recibir las bofetadas a él dirigidas para comentar luego: "Ahí me las den todas". Y se queda tan pancho.
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