Jugar en Ipurua ha sido siempre muy difícil para cualquier rival. En cualquier categoría en la que haya participado el equipo armero. Quien escribe lo vivió hace ya muchos años -cuando estaba Eulogio Gárate en el conjunto guipuzcoano- y puede dar fe de que para ganar en ese campo hay que sudar tinta. El Madrid, tras jugar veinte minutos extraordinarios, en los que marcó dos goles y pudo obtener el tercero, tuvo que sufrir de lo lindo hasta el final de un encuentro en el cual hubo de todo: buen juego, emoción a raudales y goles.
En ese primer tercio del partido, el equipo blanco impuso un ritmo trepidante, pasando el balón con velocidad y precisión. A fin de evitar la presión de los eibarreses y también impidió que los pases largos de los hombres dirigidos por Mendilibar -por cierto, magnífico entrenador- se convirtieran en segundas jugadas para los locales. La superioridad del conjunto merengue duró hasta que Modric empezó a dar señales de fatiga. Y es que hasta entonces el croata había deleitado con su fútbol.
El gol de Benzema llegó cuando apenas se llevaban jugado cinco minutos. Fue, sin duda alguna, el premio al buen juego de todo el conjunto. Y en el trece marcó Modric un golazo. Cualquier otro rival se hubiera venido abajo. Pero el Eibar saco a relucir sus mejores armas: no dar balones por perdidos, jugar con pases largos y aprovechar el buen momento de Bryan Gil para ir abriendo un agujero por la banda de Carvajal. Y obtuvo el premio del gol: tras perder Lucas Vázquez un balón que llegó a Kike García y éste batió a Courtois con un disparo imposible de parar.
El juego del Eibar, a partir del golazo de Kike, subió muchos enteros. Y, aunque el Madrid aguantaba el tipo, Modric y Kroos principiaron a dar muestras de cansancio y el partido se niveló. Hubo pasajes en los que el Madrid sufrió de lo lindo. Si bien es verdad que mantuvo el tipo y nunca renunció a buscar la portería bien defendida por Dmitrovic. El tercer gol blanco, marcado por Lucas Vázquez cuando se estaba ya jugando el tiempo de más concedido por Munuera Montero, puso la guinda a un gran partido en Ipurua. Donde para ganar hay que sudar tinta.
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