Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 22 de diciembre de 2020

El tiempo sagrado

El tiempo sagrado corresponde al tiempo cíclico de las fiestas. Por otro lado, se nos dice que el tiempo profano es una plataforma neutra donde transitan las actividades humanas, despojadas de significado religioso. Dijo Walter Benjamín: "Lo que hace grande y significativos a los días de fiesta es el encuentro con una vida anterior". Por medio de los ritos el hombre pasa del tiempo profano al tiempo sagrado. 

"Toda fiesta religiosa -dice Eliade-, todo tiempo litúrgico, consiste en la reactualización de un acontecimiento sagrado que tuvo lugar en un pasado mítico, 'al comienzo'. En este caso, se trata, claro, de un tiempo sentimental, de una excepción ligada a los sentimientos o a los deseos exclusivamente personales, aparentemente desvinculados de los otros. Durante estos días, repasamos todo lo que nos ha acontecido desde la niñez hasta nuestros días.

Los recuerdos afloran y la nostalgia nos abruma. Pero es conveniente dominarla. De no hacerlo, las fiestas se convierten en un martirio. En los días que preceden a las fiestas de navidad y de año nuevo, los que están solos aún se siente más solos, porque no deja de pensarse en los demás colmados por el calor de la familia, rodeados por los seres queridos. Por esta razón, en el período que antecede a las navidades, aumenta la depresión y la angustia en cualquier estudio psiquiátrico o psicoterapéutico (Giacomo Dacquino).

La mayoría de ellos emotivamente solos (aunque no siempre lo estén físicamente) y, por tanto, aún se sienten más desesperados, con menos ganas de vivir por esa orgía de falso calor, de falso amor, que la publicidad de los medios de comunicación nos dispensa para hacernos consumir más, para vender más. Estas fiestas de 2020, además, vienen precedidas de muchos meses en los cuales ha reinado la muerte causada por un virus que sigue causando estragos. Y que ha sembrado el dolor en muchas familias.

La sociedad, por tanto, está alerta, confusa y desconfiada. Impera el desconcierto y  los miedos persisten porque la pandemia del COVID-19 no cede. Así que me viene a la memoria lo que dijo alguien sobre la felicidad: "Cuando somos felices siempre somos buenos, pero cuando somos buenos no siempre somos felices". 

 


 


 

 

 

 

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